Las caídas suponen la segunda causa mundial de muerte por lesiones accidentales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, en nuestro país, más de 2.200 personas mayores de 65 años fallecieron en 2014 a causa de una caída, conforme a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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Asimismo, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología apunta que una de cada tres personas mayor de 65 años que vive en su casa se cae al menos una vez al año y casi la mitad de ellos se cae más de una vez. El 70% de estos percances tiene algún tipo de efecto sobre la salud, como la pérdida de masa muscular o la pérdida de equilibrio, siendo el 10% de estos efectos de tipo grave.
“Suponen pérdida de autonomía y de independencia. De hecho son la primera causa de discapacidad en el adulto mayor. Las fracturas de fémur o cadera son algunas de las lesiones más serias. En concreto, la de cadera es la primera causa de ingreso no programado en mayores y su prevalencia es creciente”, afirma David Curto, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores. Además, el proceso de convalecencia de una caída y sus consecuencias pueden acelerar la progresión de una demencia incipiente.
Entre las causas que provocan las caídas, se pueden distinguir dos tipos de factores: los intrínsecos, relacionados con la salud del mayor –trastornos de la marcha y el equilibrio, pérdida de fuerza en miembros inferiores, deterioro cognitivo, síntomas depresivos, alteraciones visuales, etc.–, y los extrínsecos, como pueden ser irregularidades en suelos y viviendas, obstáculos, terrenos húmedos, calzado inadecuado, alfombras o ausencia de barras en duchas y aseos.
Para prevenir las caídas es necesario tomar una serie de medidas y adaptar los espacios domésticos a las características del mayor. Sanitas Mayores recomienda seguir los siguientes consejos:
Eliminar obstáculos de pasillos y espacios de paso.
Cambiar la bañera por una ducha para facilitar el acceso.
Instalar agarradores en la bañera para evitar resbalones.
Evitar superficies resbaladizas y alfombras.
Tener una buena iluminación que favorezca la visibilidad.
Utilizar calzado adecuado (las zapatillas de andar por casa han de ser cerradas).
Seguir una dieta equilibrada.
Evitar cambios de nivel como escalones y escaleras.
Realizar ejercicio físico para mantenerse ágil.
Ejercitar el equilibrio y la estabilidad.
Mejorar el nivel de autonomía a través de programas de fisioterapia.
Corregir los déficits visuales.
Reducir la polimedicación –la interacción entre diferentes fármacos puede afectar al ritmo cardíaco, la tensión arterial, la estabilidad, la fuerza, e incluso a la visión o a la audición de la persona– y, sobre todo, el uso de psicofármacos.
En el caso de los mayores que viven en una residencia, los centros cuentan con distintas medidas de prevención y diferentes test y escalas para detectar los puntos críticos en cuanto al riesgo de caídas. “Gracias a la detección del riesgo, podemos establecer planes de prevención específicos e individualizados para cada residente e implementar soluciones como detectores de movimiento, detectores de presión, luces para mejorar la orientación de los residentes, protectores o reorganización de estructuras y espacios”, explica el doctor David Curto.
Via geriatricarea.com
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