Aunque hay poca información sobre el alcance del maltrato en la población anciana, se calcula que en España podría afectar a entre el 4 y el 12 por ciento, señala la psicogerontóloga experta en malos tratos, Alejandra Chulián, quien asegura que "son muchos los casos que se desconocen", lo que lleva a pensar que el porcentaje seguramente es mayor a las estimaciones publicadas.
Esta afirmación contrasta con los datos mundiales difundidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado mes de septiembre, que calcula que 1 de cada 10 personas mayores ha tenido malos tratos en el último mes, una cifra que el organismo internacional cree que está subestimada, puesto que tiene constancia de que sólo se notifican 1 de cada 24 casos de maltrato a personas mayores.
Esto se produce porque los afectados suelen tener miedo de informar a sus familiares y amigos o a las autoridades, "porque se producen en un entorno de confianza, donde el responsable de los malos tratos es alguien en quien se confía para que les cuide o es un familiar que convive con ellos, al que difícilmente se les denunciaría; también podríamos hablar de vergüenza o incluso sentimientos de culpa", señala la experta.
Instituciones sanitarias internacionales llevan tiempo alertando de un aumento del problema en muchos países por el envejecimiento de la población, especialmente en los países en desarrollo. "Hay escasa concienciación acerca de los malos tratos", asegura Chulián, en una entrevista a Europa Press, sobre un problema que se reconoce como complejo, multidimensional, serio y muy grave.
Cuando se habla del maltrato a la persona mayor, como ocurre con la violencia de género, no se habla exclusivamente de la violencia física. Aquí el problema va también más allá de la lesión física, además hay otras tipologías como la negación de los derechos o la infantilización que también atentan contra su dignidad.
Chulián destaca que los maltratos más prevalentes y más dañinos son el maltrato físico y el psicológico, seguidos del abuso sexual, el abuso económico y la negligencia asistencial, en este último caso "puede ser activa o pasiva, es decir, con intencionalidad de hacer daño o por desconocimiento en los cuidados".
"El tipo de maltrato más habitual es el psicológico, dado que suele acompañar al resto de tipos de malos tratos, es más difícil de detectar y merma la confianza de la persona, su autoestima y su autoconcepto, por lo que la hace aún más vulnerable ante otros tipos de malos tratos", añade, al tiempo que apoya su afirmación recordando el estudio 'Voces ausentes' (2002-OMS) en el que "los mayores reconocen que duele más un insulto o una mala palabra que una bofetada".
Acciones como maniatar a los pacientes, atentar contra su dignidad no cambiándoles la ropa sucia e impedirles que tomen sus propias decisiones en los asuntos de la vida cotidiana; negarles premeditadamente una buena asistencia por ejemplo permitiendo que se les formen úlcera; ofrecerles una medicación excesiva o insuficiente o retenerles la medicación que necesitan; o desatenderlos y someterlos a malos tratos emocionales, son algunos de los abusos que se denuncian desde los organismo sanitarios.
Si hablamos del maltrato físico las consecuencias suele conllevar lesiones -desde rasguños y moratones menores a fracturas óseas y lesiones craneales que pueden provocar discapacidades- y secuelas psicológicas graves, a veces de larga duración, en particular depresión y ansiedad. Para las personas mayores las consecuencias del maltrato pueden ser especialmente graves porque sus huesos pueden ser más frágiles y la convalecencia más larga; incluso lesiones relativamente menores pueden provocar daños graves y permanentes, o la muerte.
En cuanto al perfil, la experta tiene claro que "cualquiera es susceptible de ser maltratado" aunque, atendiendo a las escasas estadísticas, todo indica que son las mujeres mayores de 75 años, con algún problema de salud que le incapacita y con dependencia para ser cuidada por otros donde más se producen los casos de maltrato.
"También debemos contar a las mujeres casadas que han sufrido durante toda su vida violencia de género, y que esa violencia continúa en la vejez, aunque no haya maltrato físico, pero puede que sí se mantenga la anulación de la persona y de su autoestima", añade.
Respecto al maltratador, su perfil también puede ser múltiple, "centrarnos en un único perfil podría provocar que determinados casos no salieran a la luz por no cumplir dicho perfil", explica. Lo cierto es que se han observado casos en establecimientos institucionales como hospitales, hogares de ancianos y otros centros asistenciales, y por parte desde los cuidadores y familiares.
¿QUÉ ATENCIÓN ES LA MÁS ADECUADA?
A la hora de hablar sobre la detección y atención a estos pacientes, lo más recomendable es realizar una atención directa con la persona mayor víctima de malos tratos, pero también con el responsable de los mismos. "Es importante poder acercarse a la víctima, acudir a donde esté (su domicilio, al centro de día si acude a él, etc) para que pueda ser escuchada y atendida donde esté", señala Chulián, psicóloga del programa de malos tratos a mayores del Ayuntamiento de Madrid.
Así, añade, "es esencial que al principio se conozca la historia de vida de la víctima, conocer por qué situaciones ha pasado y cómo se ha enfrentado a ellas, que recursos ha utilizado y con quién ha podido contar". El objetivo, explica, es conocer si son conscientes de los malos tratos y si existe sufrimiento por ello, "y, a partir de ahí, ayudarles a ser conscientes de la situación, empoderarlas y ofrecerles soluciones a dichas situaciones, que la persona deberá poder elegir, gestionar y decidir".
Chulián, quien está acompañada de la también psicogerontóloga experta en malos tratos Mónica Vicente, forma parte de un equipo interdisciplinar que trabaja conjuntamente con los Trabajadores Sociales de la Comunidad de Madrid, interviniendo en casos de maltrato. Acuden al domicilio y se entrevistan con la víctima y con el responsable de los malos tratos -- "nunca decimos maltratador porque puede ser que se trate de una situación de negligencia por desconocimiento de cómo cuidar adecuadamente", afirma --, además de con el entorno cercano, familiares, amigos y profesionales involucrados.
El objetivo es conocer con detalle la situación y poder plantear una intervención conjunta con todos ellos, "estableciendo un sistema de red de araña", para una coordinación lo más adaptada posible a la situación. "Nosotras intentaremos hacerles ver cuál es la opción más adecuada para su situación, pero respetaremos lo que decida hacer. Cuando la víctima no puede decidir, ayudaremos a los familiares, o a través de servicios sociales, a iniciar los trámites de incapacitación o tutela para que esta persona esté lo mejor atendida posible", concluye.
Via infosalus.com
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