Actualmente hay
más de 46 millones de personas en el mundo afectadas por esta demencia.
Si no se encuentra una cura efectiva, en 2050 el número de casos se
habrá triplicado
Cada 3 segundos se diagnostica un nuevo caso de demencia en el mundo. La mayoría de las veces, se trata de Alzheimer, una enfermedad que, según datos de la Fundación Pasqual Maragall, afecta hoy a 46 millones de personas en el mundo, cifra que se triplicara en 2050 de no encontrarse una cura.
La incidencia global de las enfermedades neurodegenerativas alcanza niveles alarmantes que han llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a considerar la demencia «una prioridad de salud pública». En España, los datos tampoco son alentadores. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), se calcula que actualmente pueden existir unas 800.000 personas con esta enfermedad, que es la principal causa de discapacidad en personas mayores y la patología que genera uno de los mayores gastos sociales.
Así España es ya uno de los países del mundo con mayor proporción de enfermos de demencia entre las personas de más de 60 años. Y debido, principalmente, al aumento de la esperanza de vida y al envejecimiento progresivo de su población, el número de casos seguirá aumentando en los próximos años.
Asociado al envejecimiento – se trata de un deterioro cognitivo – y dado el aumento de la esperanza media de vida en las sociedades desarrolladas, el Alzheimer se está convirtiendo en la enfermedad más importante del siglo XXI.
«La enfermedad está muy ligada al envejecimiento y el envejecimiento es el principal factor de riesgo. Debido al aumento de la esperanza de vida de la población española, su prevalencia ha aumentado mucho en los últimos años. Además, en las personas mayores, la prevalencia de la enfermedad aumenta significativamente a medida de que se van cumpliendo años, hasta el punto de que el 40% de las personas mayores de 90 años la padecen», señala la doctora Sagrario Manzano, Coordinadora del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología. «Estamos pues, ante una enfermedad a la que es necesario intentar poner freno y en este sentido intentar mejorar los tiempos de diagnóstico de la enfermedad para abordarla en sus primeras fases y que la población se conciencie de la importancia de tomar medidas para tener un envejecimiento saludable son, actualmente, nuestras mejores armas».
¿Qué es?
El Alzheimer es una enfermedad cerebral, no contagiosa, progresiva e irreversible, de la que se desconoce su origen, que altera la personalidad y destruye de forma gradual la memoria de una persona, al igual que las habilidades para aprender, razonar, hacer juicios, comunicarse y llevar a cabo actividades cotidianas. Estas habilidades se pierden como consecuencia de la muerte de un tipo de células del cerebro, las neuronas.
Se trata de una enfermedad que dura entre 7 y 15 años y que, según pasa el tiempo, va afectando cada vez más al paciente y a su autonomía.
A pesar de que no existe una cura, su diagnóstico es importantísimo. Según explican desde la Fundación Pasqual Maragall, permite al propio enfermo hacer planes de futuro y tomar sus propias decisiones antes de que no pueda hacerlo. «El diagnóstico es clave en el manejo y salud de la persona enferma. Una pérdida de memoria no es necesariamente un diagnóstico de la enfermedad. Una visita al neurólogo permitirá excluir la posibilidad de que los síntomas tengan una causa distinta y potencialmente tratable. Llegado el caso de que se diagnostique la enfermedad, la persona afectada y sus cuidadores podrán contar con los cuidados y tratamientos más adecuados a la hora de mejorar transitoriamente los síntomas».
En los últimos años, este diagnóstico precoz es uno de los aspectos en los que más se ha avanzado, según la SEN. Esto permite que se puedan instaurar precozmente tratamientos que ralentizan el deterioro cognitivo y controlan los trastornos conductuales, tanto farmacológicos como no farmacológicos.
Pero en España, y a pesar de que el 18,5% de los pacientes que acuden a una consulta de Neurología lo hacen por alteraciones de memoria o sospecha de deterioro cognitivo y que es la primera causa de consulta neurológica en mayores de 65 años (el 35% de las consultas), sigue existiendo un infradiagnóstico llamativo de los casos de demencia, sobre todo en aquellos que aún son leves. La SEN estima que aproximadamente entre un 30 y 40% de los casos podrían estar sin diagnosticar y que solo están identificados un 20% de los casos leves.
«Desde el punto de vista de la atención médica, una de las mayores prioridades es mejorar la precisión diagnóstica y la rapidez del proceso diagnóstico. Debemos reducir el número de personas a las que se diagnostica esta enfermedad en fases avanzadas porque el diagnóstico precoz ha demostrado claramente una reducción de la repercusión social y del impacto económico de la enfermedad», destaca la doctora Manzano. «Por otra parte, la sensibilización social, sobre todo a que se entienda que si una persona comienza a tener pérdida de facultades y de capacidad de hacer cosas no es por envejecimiento y que debe ser evaluada, es otro aspecto prioritario para mejorar el diagnóstico de esta enfermedad».
Síntomas del Alzheimer
—Pérdida de memoria.
—Problemas de lenguaje.
—Dificultad para hacer tareas simples.
—Desorientación espacio-temporal.
—Pérdida de la capacidad de juzgar.
—Pérdida de objetos.
—Dificultad para tener pensamientos elaborados.
—Cambios en el estado de ánimo.
—Cambios de conducta.
—Pérdida de la iniciativa.
Para una detección precoz, Philips y la Fundación Pasqual Maragall han iniciado recientemente su andadura en la senda de la investigación en Alzheimer con el objetivo de desarrollar conjuntamente análisis y estudios que procuren facilitar la detección precoz de la enfermedad, con métodos menos invasivos para el paciente, como puede ser la resonancia magnética.
El equipo de investigadores clínicos de Philips trabajará en conjunto con los científicos de la institución en el desarrollo de técnicas de imagen de resonancia, sensibles a la acumulación de proteína beta-amiloide en el cerebro, una de las proteínas que los pacientes de Alzheimer tienen en mayor número en lugares específicos del cerebro, como el lóbulo temporal.
El estudio pretende evaluar nuevos marcadores del depósito de proteína beta-amiloide a través de una técnica no invasiva como es la Resonancia Magnética.
A día de hoy, la detección in vivo de la placa beta-amiloide solo es posible mediante técnicas de medicina nuclear como el PET, que ve limitada por ello su disponibilidad como herramienta de investigación y limita su potencial utilidad futura como método de cribado.
Al comprobarse la validez de la técnica de imagen en estudio, podrán realizarse exploraciones totalmente libres de radiación y más asequibles para las instituciones. La aplicación inmediata sería el cribado de sujetos a riesgo que podrían beneficiarse de la participación en ensayos clínicos de prevención.
Los resultados del estudio saldrán a la luz dentro de un año, tiempo necesario para comprobar su eficacia, que representará de salir bien un gran avance tanto en la gestión clínica como en la investigación de esta enfermedad, que cada vez más va adquiriendo niveles de epidemia.
Reducir el riesgo
Solo un 1% de los casos de Alzheimer es hereditario. Así que, prevenir esta enfermedad puede estar en nuestras manos.
Y es que en estos últimos años se ha aumentado el conocimiento de aquellos factores que influyen o modifican la expresión de la enfermedad. En este sentido, medidas como mejorar la salud cardiovascular (prevenir y tratar adecuadamente la diabetes mellitus, la hipertensión o dejar de fumar, hacer ejercicio, realizar una dieta sana) y potenciar lo que se conoce como reserva cognitiva, es decir, mejorar el nivel educativo general de la población, y potenciar actividades que impliquen actividad intelectual y social como aficiones, lectura, aprendizaje de idiomas o tocar instrumentos musicales, podrían conseguir reducir y/o retrasar el momento demencia de la Enfermedad de Alzheimer a nivel poblacional.
«Si bien la prevalencia de la enfermedad está aumentando mucho porque está aumentando el número de personas mayores, en realidad, si no tuviéramos en cuenta el factor de envejecimiento de la población, tendríamos menos casos de demencia que hace unos 30 o 40 años. Y esto es debido a que cada vez hay un mayor control y una mayor concienciación de la población para controlar los factores de riesgo: el control de la tensión arterial y el tabaquismo, principalmente», explica la doctora Manzano. «Por lo tanto apostar por medidas que nos permitan tener un envejecimiento saludable desde las edades medias de la vida, está impactando en la edad de inicio de los síntomas», concluye.
Via elcorreo.com
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