Es importante estar atentos a los cambios de los ancianos en el aspecto físico, motriz e intelectual para evitar y reducir riesgos en su salud. Deben atenderse especialmente patologías como diabetes, el sobrepeso, la hipertensión arterial, la artrosis y la osteoporosis.
A través de una dieta balanceada (alimentos que contengan proteínas, hidratos de carbono, lípidos, sales minerales y vitaminas) nuestro organismo logra funcionar de manera correcta y crea mecanismos de defensa contra diversas enfermedades.
En el adulto mayor se debe reducir o evitar el consumo de sal a través de la dieta diaria. Cuando el consumo es más elevado que la cantidad recomendada, puede: incrementar el riesgo de padecer hipertensión arterial; provocar accidentes cerebro-vasculares; provocar la aparición de enfermedades cardíacas; saturar los riñones, provocando un mal funcionamiento y llevando, con el paso del tiempo, a una posible insuficiencia renal.
Es importante disminuir el consumo de té o café ya que estas infusiones pueden generar alteraciones en el sueño, acidez estomacal, aumento en la presión sanguínea y la asimilación escasa de algunos minerales y vitaminas.
Los adultos mayores deben consumir abundante líquido (dos litros por día como mínimo). La percepción de sed disminuye con la edad, por lo tanto, los adultos mayores son más susceptibles a la deshidratación.
Existen diferentes fuentes de hidratación a partir de ciertos alimentos y bebidas, entre las que se encuentran: agua potable, jugos, refrescos, leche, frutas y verduras. Estas fuentes aportan al cuerpo el líquido que el mismo pierde cada día a través de distintas funciones: respiración, sudoración y evacuaciones, entre otras.
A medida que avanza la edad, el organismo va sufriendo ciertos cambios y podemos mencionar aquellos asociados con el aparato digestivo. Estos se manifiestan en el tránsito intestinal, siendo más preocupante el estreñimiento. Para evitarlo, es importante consumir fibras a través de vegetales y frutas, hidratarse constantemente e incluir actividad física. La rutina es la mejor forma de combatir el sedentarismo.
Con el correr de los años, es normal que se produzcan cambios en el sueño, volviéndose más liviano. Las siestas prolongadas, la falta de actividad física y algunos medicamentos pueden afectar el buen dormir. Los trastornos en el sueño no deben ser considerados como una situación normal.
El cuidado de la piel también es importante en adultos mayores; a medida que envejecemos, ésta se vuelve más seca, pierde elasticidad y se torna más frágil. Todo esto facilita la aparición de lesiones e infecciones, por lo que se recomienda el uso de cremas hidratantes. También es importante secar bien los pliegues de la piel para evitar la aparición de una infección causada por hongos.
Por otro lado, las personas mayores pueden sufrir una disminución gradual en los sentidos, entre ellos la audición o la visión, y es fundamental evitar que, debido a esto, se generare un aislamiento social o algún accidente en el adulto mayor.
El cuidado bucal es importante en cada etapa de la vida, pero más aún en la edad adulta, ya que el mantenimiento de la salud bucal contribuye a que se puedan consumir los alimentos necesarios para nutrirse de manera apropiada.
La memoria también se ve afectada por el envejecimiento debido a que el proceso de fijar nueva información tiende a ser más lento. La memoria puede alterarse como consecuencia de ciertas enfermedades, el efecto de algunos medicamentos o eventos vitales (jubilación, viudez, soledad, aislamiento social). Realizar ejercicio físico favorece la salud del cerebro.
Las vacunas aconsejadas para las personas de avanzada edad son: ANTIGRIPA, DOBLE BACTERIANA Difteria Tétanos (cada 10 años), FIEBRE AMARILLA (en zona de riesgo), HEPATITIS B, ANTINEUMOCOCICA.
Via .elpatagonico.com
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