Llevar un tipo de vida sedentario a partir de los 50 años hace que aumente "significativamente" el riesgo de desarrollar fragilidad en la vejez, según la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG).
Para evitarlo recomiendan mantener una vida activa, que incluya una actividad física regular, una dieta equilibrada que ayuden a evitar la dependencia en el futuro.
El jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe y ex presidente de la SEMEG, Leocadio Rodríguez Mañas, ha asegurado que "ninguna medida farmacológica ha demostrado beneficios en la prevención de este síndrome".
La fragilidad es un síndrome geriátrico independiente que sufren el 10 por ciento de los mayores de 65 años y se caracteriza por la pérdida de peso, la pobre actividad física, el cansancio y la marcha ralentizada. También es invalidante y puede provocar caídas y problemas de salud graves que deriven en ingresos y reingresos y, además impide desarrollar tareas cotidianas como ducharse o vestirse, han señalado.
También han apuntado que es un importante predictor de eventos adversos de salud, como mayor discapacidad, hospitalización, institucionalización o muerte.
"A este colectivo no se le puede poner una edad, porque uno puede ser frágil a los 65 años o llegar hasta los 90 sin serlo. Lo que sí sabemos es que la prevalencia de la fragilidad aumenta con la edad, especialmente a partir de los 75 años, y llegando al 30-35 por ciento en los mayores de 80 años", ha comentado la geriatra del Hospital Universitario de Getafe Marta Castro, coordinadora del curso. Esta experta ha recordado además que hasta un 45 por ciento de los mayores de 65 años pueden considerarse "personas pre-frágiles".
Fuente: mapfre.es
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