Las infecciones en los mayores pueden ser más difíciles de diagnosticar y más graves. La diabetes y las dolencias de corazón o riñón alteran sus defensas y les hacen más vulnerables a las infecciones.
Las infecciones son enfermedades producidas por diversos gérmenes que dañan al organismo o a una parte de él.
Estos gérmenes pueden ser bacterias, virus u hongos. Las infecciones son más frecuentes, más difíciles de diagnosticar y más graves en las personas mayores.
Son más frecuentes porque las defensas en la personas mayores son más débiles.
Son difíciles de diagnosticar porque se pueden presentar de forma atípica, con síntomas diferentes a los de otras edades. Por ejemplo, con una caída en lugar de con fiebre.
Y son más graves porque los gérmenes que las producen son más agresivos, suelen ser bacterias más que virus. Además se complican muy a menudo o complican otras enfermedades preexistentes.
1.1. Menos defensas
Con la edad el sistema de defensa de las personas (llamado sistema inmune) tiene menos capacidad para luchar contra los agentes infecciosos.
Hay menos células encargadas de la defensa (glóbulos blancos o leucocitos, especialmente un tipo llamado linfocitos) y se producen también menos anticuerpos (sustancias que se unen al germen y lo neutralizan).
También hay menor respuesta del cuerpo a las vacunas. Esto significa que cuando ponemos una vacuna a una persona mayor esta es capaz de crear menos defensas (anticuerpos, linfocitos) que una persona joven.
1.2. Enfermedades previas
Además, las personas mayores tienen enfermedades asociadas que aumentan el riesgo de tener una infección y que favorecen una respuesta más débil del sistema de defensa para controlar la infección.
Las enfermedades asociadas como la diabetes, las enfermedades del corazón o del riñón alteran las defensas de la persona y le hacen más vulnerables a las infecciones.
2. ¿Qué factores las favorecen?
Las infecciones son frecuentes a cualquier edad y en cualquier entorno. Pero se conocen algunos factores que favorecen las infecciones como:
- la presencia de enfermedades asociadas
- la falta de recursos económicos e higiénicos
- el mayor número de ingresos hospitalarios- las técnicas quirúrgicas
- vivir en una residencia
- el estado de salud precario
- la malnutrición
- llevar colocada una sonda o algún catéter
3. Infecciones más frecuentes
Las infecciones en las personas mayores se deben con mayor frecuencia que a otras edades a las bacterias, y por ello suelen ser más graves.
También pueden sufrir infecciones por virus, como la gripe, que en ellos son más graves. La neumonía y la gripe son causas muy frecuentes de muerte en los mayores.
Además, las infecciones en los ancianos muchas veces no se quedan localizadas en el órgano infectado en primer lugar. Al fallar las defensas, el germen puede pasar a la sangre produciendo un cuadro general muy grave, llamado septicemia.
Las infecciones respiratorias y pulmonares se facilitan porque en las personas mayores la tos, el moco y los movimientos torácicos son menos eficaces y no forman un escudo tan bueno contra la infección como en los jóvenes.
También son frecuentes las infecciones urinarias, que se facilitan en los casos de obstrucción en la salida de la orina de la vejiga, al quedar orina retenida a modo de caldo de cultivo. Esto ocurre, por ejemplo, en los varones con la próstata muy grande. La sonda urinaria también favorece la infección.
Las infecciones de la piel se facilitan porque la piel es más fina y delicada en las personas mayores. Cualquier golpe puede producir una herida.
4. Síntomas
En las personas mayores la respuesta ante la infección es diferente.
En un adulto, una infección suele producir molestias en el órgano infectado, fiebre y malestar general.
Sin embargo, en los mayores la respuesta febril es menor, y pueden no tener aumento de la temperatura o tener sólo unas décimas. Al contrario, muchas veces (especialmente por encima de los 80 años) la temperatura corporal baja a menos de 36 grados.
En las personas mayores un descenso de la temperatura es un signo equivalente a la fiebre de los jóvenes.
Otras veces el síntoma principal es inespecífico, y no orienta sobre el órgano infectado.
Ante cualquier infección, desde un catarro hasta una infección de orina, el enfermo mayor puede empezar a presentar incapacidad física (caídas, dificultades para moverse o caminar) o mental (confusión, conducta inadecuada) o dificultad para realizar sus actividades diarias.
También puede sufrir vómitos o pérdida del apetito.
Si no aparecen los síntomas del órgano afectado, puede ser difícil diagnosticar el foco de la infección.
Las infecciones en los mayores pueden llegar a ser enfermedades muy graves y con mucha más frecuencia que en los jóvenes pueden causar complicaciones y la muerte.
Por ejemplo, una gripe es una enfermedad vírica que normalmente en el joven se cura en una semana sin complicaciones. En las personas mayores es mucho más peligrosa, y la mortalidad aumenta mucho durante las epidemias de gripe.
5. Tratamiento
El tratamiento de las infecciones bacterianas a cualquier edad son fundamentalmente los antibióticos, que se seleccionan según el germen que se sospecha y el foco de la infección. Cuando la infección es grave puede requerir el ingreso hospitalario y medidas de apoyo.
Además, es preciso vigilar que no se desequilibre ninguna otra enfermedad crónica previa, como un problema de corazón o uno de bronquios.
Es importante intentar prevenir las infecciones. Por ejemplo, mejorando el estado de nutrición de una persona mayor mejoramos sus defensas. Tratando sus enfermedades asociadas reducimos su vulnerabilidad. Evitando que se exponga a otros enfermos con infecciones podremos prevenir el contagio.
Apenas disponemos hoy día de vacunas para prevenir las enfermedades producidas por bacterias en los mayores. Está ya autorizada la vacuna contra el neumococo, y por supuesto la vacuna contra el tétanos, con las que se pueden prevenir estas infecciones.
No disponemos aún de tratamientos buenos para las infecciones por virus. En estos casos es aún más importante la vacunación. Se debe intentar que las personas mayores estén vacunadas de la gripe. Es curioso y llamativamente injusto que los nuevos tratamientos de la gripe que se han comercializado en los dos últimos años sólo se hayan probado en jóvenes (para que pierdan menos días de trabajo) y no en mayores (para intentar disminuir el riesgo de morir).
Via pulevasalud.com
Con la tecnología de Blogger.