Un 30% de los mayores de 65 años padece esta dolencia
Todas las edades tienen sus cosas buenas, pero también inconvenientes. La tercera edad trae consigo tiempo para descansar y desarrollar actividades que se aplazaron en otras épocas de la vida, cuando la mayoría de las personas están ocupadas con su actividad laboral y el cuidado de los hijos. Se entiende que en gran medida desaparecerá el estrés, al disminuir por regla general el número de responsabilidades
mientras que el tiempo de ocio aumenta.
Sin embargo, alcanzar la senectud también supone la aparición de factores que afectan negativamente al estado de ánimo. La decadencia física, los cambios de hábitos que trae consigo la jubilación, la aparición de enfermedades y trastornos o la pérdida de amigos y familiares de la misma generación pueden derivar en sentimientos negativos como la tristeza, que a su vez provocan aislamiento social y la tan temida depresión, uno de los trastornos que con mayor frecuencia afectan a los ancianos. Se estudian en la actualidad las evidencias de que los cambios físicos asociados al envejecimiento, como la reducción de las concentraciones de fosfato en la sangre, también pueden aumentar el riesgo.
Un 30% de los mayores de 65 años está afectado por alguna de las variedades de la enfermedad.
Cómo reconocer la depresión en personas ancianas
Al igual que las personas de otros rangos de edad, el médico es el único cualificado para diagnosticar una depresión y por
descontado, el único que debería medicar. Pero es importante estar alerta ante los síntomas de esta dolencia, porque se tiende a pensar que muchos de ellos son simplemente inevitables por el envejecimiento y no se tienen en cuenta. Desgraciadamente, suele ser habitual que no se acuda al especialista salvo que se tenga una enorme seguridad de que se padece depresión.
Algunos de los síntomas habituales, como fatiga, desmotivación, insomnio, falta de apetito, etc. pueden efectivamente ser en realidad propios del envejecimiento. Los cuestionarios que se utilizan habitualmente para evaluar si hace falta una opinión cualificada, como la escala de Montgomery y Asberg, o los test de Beck, Zung y Hamilton, son menos fiables cuando una persona ya tiene unos años. Se pueden utilizar a título orientativo pero no sirven sin el interrogatorio clínico, el estudio del historial del paciente y la detección de los síntomas que llevará a cabo el doctor. Resulta muy útil acudir en primer lugar al médico de atención primaria, pues será el más indicado para descartar otras posibilidades y enviar a la persona al psiquiatra o geriatra, en función de los síntomas. Se debe realizar un diagnóstico cuanto antes, pues de esta forma aumentan las posibilidades de mitigar las consecuencias.
Cómo ayudar a un anciano afectado de depresión
Las personas cercanas al afectado resultan más vitales que nunca, sobre todo para aconsejarle que acuda a revisión, pues muchas veces ante la evidencia se tiende a pensar que "son cosas de la edad" y a tomar todos los indicios como inevitables. En realidad no es así, aún aceptando que a determinados años nadie se encuentra con la misma salud que tenía en su juventud, se debe poner remedio a cualquier dolencia en la medida de lo posible. Seguir pasándolo mal innecesariamente no tiene sentido.
Pero enviar a un anciano al médico no resulta sencillo. Según los casos, pueden existir problemas de autoestima, pues siempre que se deja de trabajar sobrevienen pensamientos negativos y cierta sensación de falta de utilidad. Si a esto se le suma el deterioro físico, se entenderá que aconsejar a ciertas personas que vayan al especialista puede resultar molesto para ellas, si entienden que se está poniendo en entredicho su capacidad de valerse por sí mismas. Existe otro problema de índole generacional. Apenas se había profundizado en el estudio de los desórdenes hasta una época muy reciente. Por eso, algunas personas ancianas pueden llegar a pensar que si se sugiere que sufren una depresión se les está acusando poco menos que de haber enloquecido.
Una vez realizado el diagnóstico, es bueno ayudarles con la medicación, pues la memoria no es la misma que la de antes. Además, se recomienda animar al afectado de depresión a que practique ejercicio, en la medida de sus posibilidades. Obviamente, se deben realizar rutinas de gimnasia específicas, y adecuadas para la capacidad física de cada persona. Nunca se debe forzar a nadie a que vaya más allá de sus limitaciones, pues esto podría derivar en problemas físicos de otra índole, que a su vez provocarán que la depresión empeore.
Via depresion.about.com
Con la tecnología de Blogger.