Un control muy estricto del azúcar en sangre puede conllevar problemas sin ofrecer beneficios, advierte un estudio
Muchas personas mayores con diabetes quizá se vean expuestas a daños potenciales porque sus médicos intentan mantener un control demasiado estricto de sus niveles de azúcar en sangre, plantea un estudio reciente.
Los investigadores hallaron que casi dos terceras partes de los diabéticos mayores que tienen mala salud han sido asignados a un régimen de gestión de la diabetes que controla el azúcar en sangre de forma estricta, buscando unos niveles objetivos de hemoglobina A1C de menos del 7 por ciento.
Pero esos pacientes están alcanzando esa meta a través del uso de fármacos que los pone en un riesgo más alto de hipoglucemia, una reacción a un azúcar en sangre demasiado bajo que puede provocar arritmias cardiacas, y mareo o pérdida de la consciencia, dijeron los investigadores.
Además, un control estricto de la diabetes no pareció beneficiar a los pacientes, informan los investigadores en la edición del 12 de enero de la revista JAMA Internal Medicine. El porcentaje de adultos mayores diabéticos con mala salud no cambió en más de una década, incluso aunque muchos se habían sometido a años de tratamiento agresivo del azúcar en sangre.
"Hay evidencias crecientes de que un control estricto del azúcar en sangre puede resultar nocivo para las personas mayores, y las personas mayores son más susceptibles a la hipoglucemia", apuntó la autora líder, la Dra. Kasia Lipska, profesora asistente de endocrinología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale. "Más de la mitad de estos pacientes estaban siendo tratados con medicamentos que tienen pocas probabilidades de beneficiarles, y que pueden provocar problemas".
La diabetes es común en las personas a partir de los 65 años. Pero los médicos han tenido dificultades para idear la mejor forma de gestionar la diabetes en los adultos mayores junto con otros problemas de salud que por lo general presentan, comentaron los investigadores en la información de respaldo del estudio.
En los adultos más jóvenes y más sanos, la Asociación Americana de la Diabetes (American Diabetes Association) recomienda que la terapia tenga el objetivo de un nivel de hemoglobina A1C de menos del 7 por ciento, mientras que la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos (American Association of Clinical Endocrinologists) recomienda un objetivo de menos del 6.5 por ciento, anotaron los autores. La prueba de la A1C ofrece una instantánea de los niveles promedio de azúcar en sangre en los últimos dos o tres meses.
Al controlar estrictamente los niveles de azúcar en sangre, los médicos esperan evitar las complicaciones de la diabetes, como el daño orgánico, la ceguera y las amputaciones debidas al daño nervioso en las extremidades.
En este estudio, los autores analizaron datos de 2001 a 2010 sobre 1,288 pacientes de diabetes que tenían a partir de 65 años de edad que participaron en una encuesta de EE. UU.
Los pacientes se dividieron en tres grupos según su estado de salud: A alrededor de la mitad se les consideraba relativamente sanos a pesar de su diabetes; el 28 por ciento tenían una salud compleja/intermedia, y también sufrían de tres o más afecciones crónicas o tenían dificultades para realizar algunas tareas cotidianas básicas. Aproximadamente el 21 por ciento tenían una salud compleja/mala, y dependían de la diálisis o tenían problemas con las actividades de la vida cotidiana.
En general, el 61.5 por ciento de esos pacientes habían logrado un control estricto del azúcar en sangre. Y poco más de la mitad lo habían hecho usando fármacos que pueden reducir los niveles de azúcar en sangre de forma dramática. Éstos incluyen a la insulina y a las sulfonilureas, un fármaco que hace que el páncreas produzca más insulina.
Las personas con diabetes no producen insulina, una hormona necesaria para convertir los alimentos en energía, o las células no la procesan de forma adecuada.
A pesar de ese tratamiento agresivo, las proporciones de diabéticos mayores con buena o mala salud no cambiaron significativamente en el periodo de 10 años del estudio, lo que plantea dudas sobre si los médicos están tratando a esos pacientes en exceso sin un beneficio real, señaló Lipska.
"No creo que debamos usar insulina ni sulfonilureas en los pacientes mayores", dijo. "Este estudio muestra que tratamos agresivamente con estos fármacos a las personas con una salud más mala y eso no hace ninguna diferencia".
El Dr. Alan Garber, del Colegio de Medicina Baylor en Houston, dijo que el estudio cuestiona el uso de insulina y sulfonilureas para tratar la diabetes en los adultos mayores, pero que no necesariamente invalida la meta de un control estricto del azúcar en sangre.
"Creo que es muy interesante que el estudio muestre que ciertos fármacos producen resultados adversos, pero que concluya que el problema es la meta del tratamiento, y no el medicamento", apuntó Garber, profesor de diabetes, endocrinología y metabolismo. "Una conclusión igual de válida es que muestra que muchos medicamentos más recientes, que ensayos múltiples han comprobado que tienen unos resultados superiores respecto a la hipoglucemia, se deberían haber utilizado en los pacientes en riesgo de hipoglucemia".
Pero tanto Garber como Lipska se mostraron de acuerdo en que para los pacientes mayores de diabetes, un plan de tratamiento "generalizado" para la enfermedad no funciona.
"Debemos individualizar la gestión de la diabetes, lo que incluye las metas", planteó Garber. "Para algunos individuos, quizá los objetivos tradicionales sean demasiado bajos para su capacidad de tolerarlos. Por otro lado, hay que intentar darles fármacos con un riesgo bajo de hipoglucemia".
Lipska dijo que "animaría a las personas a hablar con el médico para intentar comprender mejor cuáles son los beneficios potenciales y cuáles son los riesgos del tratamiento. No hay una meta universal para todos".
Via nlm.nih.gov
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