El sentirse limitado para realizar ciertas tareas, la soledad, la pérdida de la salud que acontece con la edad, la merma de la capacidad económica, la muerte de amigos, la falta de actividad, entre otros, pueden originar depresión en la vejez. Conozca los síntomas y cómo actuar si esta situación se llega a presentar.
El Instituto Nacional de la Salud Mental de Chile explica en qué consiste un trastorno depresivo: “Es una enfermedad que afecta el organismo (cerebro), el ánimo, y la manera de pensar. Afecta la forma en que una persona come y duerme, además la forma cómo se valora a sí misma. La depresión no indica debilidad personal, puesto que no es una condición de la cual puede liberarse a voluntad. Las personas que padecen de un trastorno depresivo no pueden decir simplemente `ya basta, me voy a poner bien´” anota la entidad especializada.
No obstante, gracias a años de investigación, hoy se sabe que ciertos medicamentos y terapias son eficaces para curar la depresión.
La depresión en la vejez
Durante el proceso del envejecimiento puede aparecer el trastorno depresivo, en gran parte, debido a los sucesos que aparecen con la edad y que pueden resultar una carga emocional muy pesada para la persona. A pesar de esto, es equivocado pensar que la depresión es un aspecto “normal” de la vejez; se puede ser feliz y vivir satisfactoriamente en esta etapa.
Sin embargo hay personas que presentan una mayor dificultad para asimilar los cambios que presenta la vejez, hasta llegar al punto de sentirse deprimidas; pero, ¿por qué pasa esto? Con relación a las causas, la Asociación Americana de Psicología (APA) explica que “una persona de edad avanzada puede sentir una pérdida de control sobre su vida debido a problemas con la vista, pérdida de la audición y otros cambios físicos, así como presiones externas como, por ejemplo, recursos financieros limitados. Estos y otros asuntos suelen dejar emociones negativas como la tristeza, la ansiedad, la soledad y la baja autoestima, que a su vez conducen al aislamiento social y la apatía.”
Cabe aclarar que un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. La depresión tiene una intensidad y duración mayor, además contiene un conjunto de síntomas que revelan la enfermedad.
Síntomas comunes
Entre los primeros síntomas que saltan a la vista, son los relacionados con la alteración del estado de ánimo, que puede revelarse con tristeza, desgano, pérdida del interés por las cosas que sí lo hacían anteriormente y la capacidad para disfrutar.
Adicional a lo anterior, el Dr. Luis Carlos Arranz, médico especialista en Geriatría dice que pueden aparecer ideas de culpa, autorreproches, pesimismo, desesperanza, dificultad para concentrarse, deseos de morir. Y añade que algunos síntomas corporales o somáticos también se pueden presentar: “siendo los más frecuentes las alteraciones del sueño con insomnio y menos veces hipersomnia; pérdida de peso con falta de apetito; cansancio o falta de energía. Pueden existir otras muchas quejas somáticas: gastrointestinales, vértigo, dolor, cefalea, etc. que en ocasiones son predominantes en la depresión del anciano.”
Pese a esto, en la tercera edad los síntomas de la depresión pueden pasar por alto fácilmente, debido a que se suelen atribuir a efectos secundarios de medicamentos, a una enfermedad física o a manifestaciones emocionales transitorias. De ahí que la familia o personas próximas al paciente, le observen con atención por un periodo extendido para luego consultar al especialista.
Cómo pueden los familiares y amigos ayudar a la persona deprimida
Si bien envejecer es una parte inevitable de la vida, la depresión no debe formar parte de ella. Los investigadores están de acuerdo en que el reconocimiento, el diagnóstico y el tratamiento tempranos pueden contrarrestar y prevenir las consecuencias emocionales y físicas de la depresión.
La APA brinda las siguientes pautas cuando se trata de una persona mayor con depresión debido a la edad:
Sea consciente de las limitaciones físicas. Aliente a la persona mayor a consultar con un médico antes de hacer cambios en su dieta o emprender una nueva actividad que pueda estresar su resistencia.
Respete las preferencias individuales. Debido a que las personas mayores tienden a ser menos dóciles a los cambios de estilo de vida, pueden ser reacias a adoptar nuevos hábitos o a hacer cosas que otras personas de su edad disfrutan mucho. Un psicólogo que se especialice en problemas de la tercera edad puede ayudar a desarrollar una estrategia individual para combatir la depresión.
Sea diplomático. Una persona mayor con una autoestima frágil puede interpretar expresiones de aliento y estímulo bien intencionadas como una prueba más del deterioro de su estado. Otros pueden molestarse ante cualquier intento de intervención. Un psicólogo puede ayudar a sus amigos y familiares a desarrollar tácticas positivas para lidiar con estos y otros problemas delicados.
Brinde apoyo. Esto implica comprensión, paciencia, afecto, estímulo y escucha.
Hay que tener paciencia. El tratamiento no hace maravillas de la noche a la mañana, hay que tener en cuenta el tiempo que lleva todo proceso y más cuando son de tipo sicológico.
La mayoría de las personas que padecen de depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado que radica principalmente en medicamentos y psicoterapia, ayudando a que la persona deprimida recupere su capacidad para tener una vida satisfactoria.
Fuentes: lafamilia.info
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