En el adulto la hidrocefalia es una dilatación del sistema ventricular del cerebro debido a la acumulación de líquido cefalorraquídeo, que circula de forma defectuosa y produce la dilatación de los ventrículos y una mayor presión dentro de la cabeza debido a que el organismo no lo reabsorbe como debiera.
El cerebro produce de forma continua líquido cefalorraquídeo a través de unas células especializadas que se encuentran en los ventrículos del cerebro. Este líquido constituye un sistema de amortiguación de las presiones en el cerebro, favorece el intercambio de sustancias y los procesos metabólicos.
Según explica a Infosalus el doctor José María Roda, jefe de servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario La Paz de la Comunidad de Madrid, la hidrocefalia puede tener su origen en una hemorragia cerebral, un traumatismo craneoencefálico, una meningitis o en tumores cerebrales. Cuando se desconoce la causa de la hidrocefalia se dice que es idiopática, una condición que suele darse con más frecuencia en mayores de 60 años.
Los síntomas se refieren a la triada clásica que está bien definida: alteraciones de la marcha, que pueden reflejarse en pasos cortos y seguidos y cierta inestabilidad; alteraciones en la conducta similares a las que se dan en el caso de demencia y problemas en el control de esfínteres con incontinencia urinaria o fecal, en las fases avanzadas.
"No tiene un diagnóstico fácil ya que estos síntomas son similares a los de la demencia vascular o la demencia presente en la enfermedad de Alzheimer que también producen un aumento en el tamaño de los ventrículos", explica Roda.
Las pruebas diagnósticas que se llevan a cabo para confirmar o no la existencia de hidrocefalia incluyen técnicas de imagen como las de tomografía axial computerizada (TAC) o imágenes de resonancia magnética (IRM) en las que se observa el tamaño de los ventrículos. Sin embargo, es la extracción de líquido cefalorraquídeo y tras ello la mejoría en los síntomas lo que determina con claridad la existencia de hidrocefalia.
Dado que el líquido cefalorraquídeo baña el cerebro y toda la médula espinal para extraerlo se realiza una punción lumbar a través de la que se extraen unos 25-30 cm cúbicos de líquido cefalorraquídeo y se observa si se produce mejoría aunque la prueba más concluyente puede ser un drenaje lumbar continuo durante 24 a 48 horas en el que se examina con más claridad la mejoría del paciente.
INTERVENCIÓN NO COMPLEJA Y RECUPERACIÓN
Una vez que se diagnostica la hidrocefalia el tratamiento consiste en una operación quirúrgica para instalar una válvula de derivación, para lo que se implanta un tubo o catéter en el ventrículo que se lleva hasta el peritoneo de forma subcutánea donde va a parar el líquido cefalorraquídeo que se absorbe y desaparece.
La intervención supone emplear un tobo de metal (tunelizador) para situar el catéter que pasa por la cara lateral del cuello hasta alcanzar el tórax para llegar al abdomen y así al peritoneo. A pesar de todo ello, la operación no reviste complejidad, señala Roda.
El pronóstico de estos pacientes suele ser bueno ya que se revierten los síntomas, aunque en ocasiones se debe repetir la intervención ya sea porque la válvula que se implanta se obstruye o bien el líquido cefalorraquídeo no es bien absorbido por el peritoneo y se hace necesario trasladar la derivación al espacio pleural o hacia la aurícula derecha del corazón.
Via infosalus.com
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