En casos de inapetencia en ancianos es preciso evitar la malnutrición y posibles carencias nutritivas mediante sencillas técnicas, fáciles de llevar a cabo
Un síntoma muy común en las personas mayores, que no se considera enfermedad, es la pérdida gradual de apetito o anorexia. En esta situación la ingesta de alimentos disminuye cada vez más, lo que provoca pérdida de peso y eleva el riesgo de malnutrición y de carencias nutritivas, así como el de infecciones y de otras alteraciones de la salud.
Cuando una persona reduce cada vez más su ingesta de alimentos por inapetencia es preciso conocer el motivo que provoca dicha situación. Las causas más comunes de pérdida de apetito son la ansiedad y la depresión, las infecciones y el tratamiento con determinados fármacos. En estos casos, cuando se resuelve el cuadro o se modifica la medicación, el apetito vuelve a la normalidad en poco tiempo.
Si la situación de inapetencia persiste, aumenta el riesgo de malnutrición y de carencias nutritivas, por lo que se ha de actuar cuanto antes para mejorar el bienestar y la calidad de vida de la persona.
¿Cómo actuar ante un cuadro de inapetencia persistente?
En primer lugar, hay que considerar que la persona va a tolerar mucho mejor pequeñas cantidades de alimento, por lo que conviene fraccionar las comidas a lo largo del día en 5 o más tomas. De este modo se evita la saciedad precoz y a la persona se le hace más fácil comer lo que necesita, teniendo en cuenta su falta de apetito. Así mismo conviene incluir alimentos de fácil masticación, muy nutritivos y no demasiado calientes, puesto que los alimentos servidos a temperaturas elevadas sacian más.
Consejos para motivar el apetito
Prestar atención a las preferencias de alimentos de quien sufre la inapetencia
- Conocer sus gustos para incluir en la dieta los alimentos que más le gusten.
- Ofrecérselos aunque sea fuera de los horarios de las comidas.
Incluir alimentos que en poco volumen aporten mucha energía y variedad de nutrientes:
- Mezclar yogur con fruta batida y añadirle frutos secos troceados.
- Incluir en los purés cantidad suficiente de patata y algo de leche junto con pollo o pescado blanco o huevo, y ofrecer esto como plato único.
- Elaborar potajes de legumbre incluyendo verdura y pequeñas albóndigas de carne picada.
Evitar los alimentos poco energéticos.
- Prescindir de las ensaladas sencillas -sólo de hortalizas- y los caldos o sopas claritas -tan sólo con un puñado de fideos-. Estos primeros platos sacian mucho y pueden hacer que la persona rechace los segundos platos -carnes, pescados, etc.-; alimentos que por su contenido en proteínas y otros nutrientes, resultan más adecuados para mejorar el estado nutritivo en caso de inapetencia y malnutrición.
- Sustituir ciertas bebidas como las infusiones por otras que aporten más nutrientes como los batidos de leche o los de fruta o zumo con yogur.
Enriquecer los platos y bebidas
- Aumentar las calorías y el aporte de nutrientes de platos y bebidas añadiendo leche en polvo, nata o crema de leche, queso fundido, huevo, etc.
Soluciones para mejorar el apetito
Para combatir la falta de apetito también hay que considerar la conveniencia de evitar la saciedad precoz.
- Restringir los alimentos ricos en fibra por su elevado poder saciante.
- Limitar la ingesta de líquidos en las principales comidas, para evitar que se llene el estómago antes de terminar de comer.
- Beber de 30 a 60 minutos antes o después de las comidas.
- Evitar los alimentos muy calientes.
- Optar por alimentos templados que se toleran mejor, potencian el aroma de los alimentos y sacian menos.
- Variar al máximo la dieta: cocciones, sabores y texturas, teniendo en cuenta si existe alguna limitación en la persona mayor a la hora de masticar, tragar, etc.
- Cuidar la presentación y la condimentación de los platos para hacerlos más agradables y apetitosos.
Caminar con regularidad o hacer ejercicios suaves, también ayuda a estimular el apetito.
¿Es necesario recurrir a los complementos dietéticos?
En función de cada caso, los profesionales de la salud tendrán que valorar si sólo con la dieta es más que suficiente, o si por el contrario es preciso recurrir a un mayor aporte de nutrientes mediante la prescripción de complementos dietéticos.
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