La memoria sigue siendo la función superior más ampliamente estudiada en el ámbito del envejecimiento normal. Puede ser debido a que la queja subjetiva más generalizada en los personas mayores tiene que ver con su rendimiento mnésico.
Hay que puntualizar que algunos aspectos de la memoria deterioran con el paso de los años, pero otros se hallan bien preservados, como vamos a ver en las siguientes investigaciones y teóricas que vamos a plasmar y comentar a continuación.
Partiendo del esquema de Hunt (1997), en el que muestra los diferentes sistemas que conforman nuestra memoria, podemos hablar en primer lugar de la MEMORIA SENSORIAL (un almacén específico que conserva por un breve espacio de tiempo los estímulos que llegan a nuestros sentidos); la MEMORIA A CORTO PLAZO (MCP), un almacén de capacidad limitada (generalmente se evalúa por series de números o de palabras) que retiene la información a la que hemos atendido por un breve espacio de tiempo; y la MEMORIA A LARGO PLAZO (MLP), o almacén general de información.
Forma parte de la MCP la MEMORIA DE TRABAJO, consiste en un sistema de capacidad limitada, que implica por un lado un almacenamiento temporal de cierta información, y por otro, la capacidad de ejecución de una tarea de procesamiento (que requiere, a su vez, atención, selección y manipulación de determinados estímulos) (Baddeley ,1986).
La MLP se divide también en EPISÓDICA, almacén de hechos concretos, recuerdos que forman parte de nuestra experiencia personal y que son activamente recuperados utilizando información contextual sobre cómo y cuando ocurrieron; SEMÁNTICA, que se refiere al conocimiento sobre el mundo, organizado y acumulado conceptualmente, y por tanto muy relacionado con el lenguaje; y por último memoria PROCEDIMENTAL, función de memoria relacionada con las destrezas y habilidades que una vez aprendidas no requieren esfuerzo consciente para ser recuperadas.
En 1987, Schacter también diferenció entre MEMORIA IMPLÍCITA y MEMORIA EXPLÍCITA. Esta clasificación de la MLP se relaciona sobre todo con la intencionalidad del sujeto implicada en el recuerdo y en su recuperación. Según esto, la memoria explícita requiere intención para recordar, y por ello produce toma de conciencia de lo que se ha hecho y del recuerdo que se ha producido, mientras que la memoria implícita no implica recuerdo consciente.
Siguiendo este esquema, vamos a ir plasmando diferentes investigaciones en torno a lo que ocurre en el envejecimiento con respecto a los diferentes sistemas de memoria.
Los trabajos realizados hasta la fecha permiten afirmar que no existen apenas déficits en la memoria sensorial asociados al envejecimiento (Poon, 1985). Algunos de los estudios realizados sobre esta memoria sensorial visual indican que con el aumento de la edad se produce un incremento en el tiempo requerido para identificar un estímulo visual, que se relaciona más, con aspectos atencionales y perceptivos, que con déficits de memoria (Hultsch y Dixon, 1990).
En lo que se refiere a MCP, sí parece haber un deterioro significativo en la memoria de trabajo a partir de los 70 años que algunos autores asocian o explican por un deterioro más general en habilidades cognitivas.
En un trabajo realizado por Dobbs y Rule (1989) se encontraron grandes diferencias en memoria de trabajo asociadas a la edad, diferencias que aparecían sobre todo cuando las tareas requerían una mayor manipulación de la información. Según estos autores, éstas podrían ser mejor explicadas por un declinar de la habilidad general de procesamiento, sobre todo en aspectos relacionados con la velocidad y la agilidad con que este procesamiento se lleva a cabo, que por un déficit específico de memoria. Esta idea se vio reforzada porque encontraron que esta caída de la ejecución aparecía negativamente relacionada con el nivel educativo de los sujetos.
También Brébion, Smith y Ehrlich (1997), cuando analizan memoria de trabajo con una tarea típica de procesamiento de sentencias, concluyen que existe un procesamiento similar entre jóvenes y mayores, y que las diferencias aparecen porque los viejos necesitan un tiempo más largo para concluir la tarea y recuerdan menor número de palabras. Según esto, los viejos darían prioridad al procesamiento a costa de la rapidez y el almacenamiento.
En la memoria a largo plazo no hay grandes déficits asociados a la edad, aunque, cuando la complejidad de la tarea aumenta, el recuerdo también se va deteriorando; además los problemas parecen estar más relacionados con la recuperación que con el reconocimiento. Los aspectos de la MLP que aparecen como más afectados durante el envejecimiento son los episódicos (información ligada al contexto) y los procedimentales (información sobre destrezas). Sin embargo, según se desprende de los trabajos realizados hasta la fecha, la memoria semántica (independiente del contexto) no se pierde (Calero, 2000).
Sharps y Gollin (1987) realizaron un estudio para determinar las características del contexto que determinan respuestas erróneas en ancianos, y concluyeron, que las demandas de la tarea influyen en los resultados obtenidos en pruebas de memoria.
Podríamos pensar que en el envejecimiento las dificultades en el procesamiento de información afectan a la capacidad de almacenamiento de información relacionada con el contexto. Dichas dificultades se manifiestan sobre todo en la recuperación de dicha información, ampliadas conforme aumente la complejidad de la tarea y facilitada cuando se dan indicios de ayuda para su codificación semántica.
En lo que se refiere a memoria explícita e implícita hay pocas evidencias de declive en las tareas de memoria implícita, mientras que sí hay evidencia de declive en memoria explícita, es decir, las personas mayores tienen más problemas cuando se les exige un esfuerzo intencional y voluntario para recordar (Hultsch y Dixon, 1990).
Como hemos expuesto en este apartado, en general los problemas de memoria se dan en aquellas situaciones en las que interviene la percepción y atención (memoria ligada al contexto); implican procesamiento más complejo o requieren nuevos aprendizajes. Por ello, casi todos los trabajos realizados sobre las relaciones entre ejecución en tareas de memoria y edad apelan a dificultades en el procesamiento general de información (Junque y Jódar, 1990) y a una menor tasa de aprendizaje en personas de edad avanzada para explicar sus resultados.
Es como si a los ancianos les importara menos su rendimiento y se esforzaran menos en retener, e incluso a veces parece que se les ha olvidado cómo retenerlo, pero cuando el material les interesa, significa algo para ellos, se les dan pistas o se les refresca cómo organizarlo, vuelven a mostrar una memoria similar a la que anteriormente mostraban (Calero, 2000)
No dejemos de tener presente que esta capacidad cognitiva se debe de estimular y entrenar para poder prevenir pérdidas mnésicas y para optimizar la “memoria” que cada persona mayor preserva.
Via psicologia-online.com
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