Perdida memoria

domingo, 27 de julio de 2014 · Posted in

El trastorno cognitivo leve es un deterioro de la memoria y de la capacidad de concentrarse durante un periodo largo en una tarea. La capacidad de habla o el vocabulario no suelen verse afectados en este trastorno. Los pacientes se suelen retraer de su entorno social y evitan situaciones estresantes en las que se necesite un rápido procesamiento de la información.

Estos trastornos van más allá de la disminución en el rendimiento correspondiente al envejecimiento. El trastorno cognitivo leve puede diferenciarse de la demencia ya que esta ultima está asociada con fuertes limitaciones en el rendimiento cognitivo, junto a otra sintomatología que no se presenta en el deterioro cognitivo leve. Al contrario que en esta última, el trastorno cognoscitivo leve llega a un punto en el que ya no sigue avanzando. Sin embargo, uno de cada 10 pacientes con este trastorno evoluciona hacia la enfermedad de Alzheimer.

El médico diagnostica este trastorno sobre todo mediante unas preguntas al afectado y a su entorno, por ejemplo, familiares, amigos o vecinos. Pueden realizarse procedimientos de análisis adicionales que comprueban la capacidad de rendimiento intelectual adecuadas para el diagnóstico del trastorno. Mediante distintos métodos de análisis por imágenes y el análisis del líquido nervioso (punción del líquido cefalorraquídeo), el médico puede descartar enfermedades graves, como la demencia, como causa de los trastornos cognoscitivos. Como el deterioro cognitivo leve puede ser en algunos casos una fase previa de la demencia, es importante reconocer a tiempo las alteraciones en el rendimiento cognoscitivo y mantenerlas en observación.

Hasta el momento no se conocen las causas exactas que conducen a este trastorno, aunque el proceso de envejecimiento normal juega un papel muy importante. La separación entre una pérdida de rendimiento cognoscitivo normal debido a la edad y el trastorno cognoscitivo leve es muy pequeña y muchas veces es difícil de establecer.

No existe ningún tratamiento que mejore durante un largo período el rendimiento cerebral. Sin embargo, se pueden tomar determinados medicamentos o aplicar métodos de entrenamiento especiales que pueden mejorarlo temporalmente.

Para prevenir la falta de memoria ocasionada por el envejecimiento es importante realizar mucho ejercicio, llevar una alimentación sana y un entrenamiento cerebral específico.

La pérdida de memoria en la vejez (trastorno cognitivo leve) comprende una serie de trastornos en la capacidad cognoscitiva, es decir, trastornos de memoria y una capacidad de retentiva muy limitada. Además, a los afectados les resulta muy complicado concentrarse por un largo periodo en una misma tarea. Estas alteraciones van mucho más allá de la disminución del rendimiento propia del envejecimiento. Las pruebas de memoria suelen determinar pérdida de rendimiento, aunque llega un momento en el que está ya no avanza más. Esta es la diferencia entre el trastorno cognoscitivo leve y la demencia.

La pérdida de memoria en la vejez la mencionó por primera vez en un contexto médico en 1913 el doctor Emil Kraepelin. Mientras tanto, la enfermedad se clasificó según la Clasificación Internacional de Enfermedades mentales (CIE-10) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el nombre de trastorno cognitivo leve (TCL). El término cognitivo proviene del vocablo latino cognoscere, que significa “reconocer” o “conocer”. Así, los trastornos cognoscitivos incluyen también trastornos en la zona del reconocimiento, más precisamente en la zona de la memoria a corto plazo, la concepción y la atención.

Como la separación entre una pérdida de rendimiento cognoscitivo normal debida al envejecimiento y el deterioro cognitivo leve es muy pequeña y, además, es muy difícil delimitar estos trastornos, no existen cifras exactas de los casos patológicos. Se estima que entre el 5 y el 15% de la población mayor de 60 años padece problemas de memoria.

No se conocen con exactitud las causas del deterioro cognitivo leve. El proceso normal de envejecimiento desempeña un papel importante. Con el paso de los años se producen numerosos cambios en el cuerpo y en el cerebro que pueden alterar la capacidad de rendimiento. A partir de los 40 el cerebro es de un 10 a un 15% más pequeño. La sinapsis (unión entre las células nerviosas) también se modifica. Debido a estos cambios ocasionados por el envejecimiento, los afectados procesan la información más despacio, tienen dificultades para darse cuenta de lo que pasa a su alrededor y para concentrarse.

Sin embargo, el trastorno cognitivo leve también puede deberse a varias enfermedades. Por ejemplo, puede estar relacionado con sangrados, tumores cerebrales o enfermedades infecciosas que se extienden al cerebro (por ejemplo, la neuroborreliosis o la TBE). Las enfermedades psíquicas como las depresiones o las neurosis pueden ser la causa de los síntomas del trastorno cognitivo leve.

El síntoma característico del deterioro cognitivo leve es el empeoramiento del rendimiento cognoscitivo. Esto no sucede de repente, sino que los pacientes se van volviendo más olvidadizos con el tiempo. El trastorno cognoscitivo leve es más suave que la demencia, que avanza constantemente y los afectados terminan por ser totalmente dependientes. Los pacientes por deterioro cognitivo leve confunden objetos u olvidan fechas, nombres y números de teléfono. Además tienen dificultad para concentrarse por mucho tiempo. Sin embargo, llega un punto en el que estos síntomas ya no empeoran más.

Un rasgo característico de las personas que padecen este trastorno es que procesan la nueva información más despacio, sobre todo en situaciones de estrés en las que tienen que realizar varias tareas a la vez. Por eso, los afectados evitan situaciones agitadas y complejas en las que se desenvolvían perfectamente con anterioridad. También empeora la capacidad de abstracción y de emitir opiniones. Sin embargo, ni el conocimiento empírico, ni el vocabulario, ni la capacidad de habla se ven afectadas por el trastorno cognoscitivo leve.

Cuando se relacionan con otras personas, los afectados suelen mostrarse menos pacientes, más irascibles, incontrolados e irritables que antes. En parte, tratan de hacerse menos visibles hacia los demás. En muchos casos, los afectados se recluyen de su entorno social.

Si se manifiestan trastornos en la memoria y la orientación muy prolongados y le cuesta dar el nombre de determinados objetos, puede ser un indicio de demencia.

El discreto inicio del trastorno cognitivo leve hace muy difícil el diagnóstico. Al principio, los afectados casi nunca se dan cuenta de sus olvidos, ni de sus trastornos de concentración o atención. Por eso, es importante investigar con las personas de contacto, como familia, amigos o vecinos (anamnesis externa) que suelen notar los síntomas mucho antes.

El primer paso del diagnóstico del trastorno es el de reconocer el cuadro de molestias y diferenciarlo del deterioro propio del envejecimiento o de otros cuadros patológicos como la demencia. Los especialistas (neurólogos, psiquiatras o médicos de cabecera especializados) llevan a cabo en su consulta los estudios adecuados, tales como el mini-examen del estado mental (MMSE) o la prueba del reloj. Es aconsejable realizar estas pruebas con regularidad, ya que el resultado puede verse alterado por nervios, cansancio o problemas emocionales.

Además, existen otros procedimientos de diagnóstico para el trastorno cognoscitivo leve, tales como el examen bioquímico del líquido encefalorraquídeo (punción) como marcador biológico. Estos se emplean para diagnosticar la demencia. Sin embargo, es posible que se presenten indicios orgánicos en los trastornos cognitivos leves.

Para descartar la demencia, pueden realizarse estudios complementarios por imágenes (tomografía computarizada y por resonancia magnética), procedimientos electrofisiológicos (electroencefalograma), la ecografía Doppler y la tomografía por emisión de positrones.

En un segundo paso, el médico trata de determinar si la falta de memoria por el envejecimiento se debe a enfermedades como tumores cerebrales, depresiones o una enfermedad infecciosa (por ejemplo, la neuroborreliosis o la TBE).

En la actualidad no existe todavía ningún tratamiento seguro para el trastorno cognitivo leve que pueda mejorar los síntomas. Hay medicamentos que pueden detener la demencia, aunque para el tratamiento de los trastornos cognoscitivos leves casi no existen resultados de investigaciones. Entre las sustancias que se emplean están los denominados nootrópicos (antidementivos,por ejemplo, el piracetam) y los inhibidores de la acetilcolinesterasa (por ejemplo, la galantamina o la rivastigmina).

Durante el proceso de envejecimiento pueden aparecer radicales de oxígeno que resultan venenosos para los tejidos corporales. Además, ayudan a provocar la muerte de las células nerviosas. Para absorber estos radicales se suele emplear el extracto de ginkgo (gingko biloba). Sin embargo, hasta el momento no se ha comprobado científicamente si el ginkgo tiene verdaderos efectos positivos sobre las capacidades cognoscitivas. Los estudios que existen al respecto son muy dispares y, por lo tanto, poco fiables.

La psicoterapia, sobre todo el denominado programa de entrenamiento cognoscitivo, puede mejorar a corto plazo el rendimiento de la memoria, principalmente en limitaciones leves. Sin embargo, solo son útiles a largo plazo si, una vez que los afectados por trastorno cognoscitivo leve terminan el tratamiento, continúan con el entrenamiento en casa.

El ejercicio, por ejemplo los paseos diarios o la marcha nórdica durante el día, puede hacer que el afectado recupere el rendimiento, ya que un buen rendimiento cardiovascular mejora la circulación del cerebro.

El trastorno cognitivo suele tener una evolución inofensiva, aunque puede constituir la fase previa de una demencia. Entre el 10 y el 21% de los casos, el trastorno cognitivo leve evoluciona hasta un síndrome de demencia, sobre todo, la enfermedad de Alzheimer. Los nuevos estudios presuponen que, aproximadamente, el 15% de los pacientes por trastorno cognitivo leve enferman en el plazo de un año de Alzheimer.

Para poder evaluar a tiempo el riesgo de un empeoramiento es importante determinar cuanto antes los procesos patológicos. Los especialistas (neurólogos, psiquiatras o médicos de cabecera especializados) llevan a cabo en sus consultas los estudios correspondientes.

El trastorno cognitivo leve se puede prevenir si realiza mucho ejercicio. De este modo, las células cerebrales se proveen del oxígeno suficiente. Una alimentación sana proporciona los nutrientes necesarios para el rendimiento cerebral y contiene muchas vitaminas, que protegen el cerebro de los radicales libres. Sea activo y entrene el cerebro con distintos ejercicios. Esto le mantendrá en forma mentalmente.

Fuente onmeda.es

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