Obesidad en la tercera edad

lunes, 17 de marzo de 2014 · Posted in


La obesidad es un trastorno que alcanza dimensiones epidémicas en el mundo desarrollado, constituyendo una de las principales causas de muerte prevenible. La obesidad no suele aparecer en edades tardías de la vida y es, en la mayoría de los casos, una situación iniciada en décadas anteriores. La prevalencia de obesidad aumenta con la edad y, de esta manera, en España se considera que alcanza al 36% de la población mayor de 65 años no institucionalizada, en contra del 14,5% si valoramos a toda la población en conjunto.

¿Qué efectos tiene la obesidad en la tercera edad?

La obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por un acúmulo excesivo de grasa en el cuerpo. Aparece por la interacción de factores genéticos y ambientales (dieta, actividad física, etc.). Al igual que en otros grupos de edad, la obesidad se asocia con un incremento del riesgo de enfermedades (figura 1). Aunque el peso es muy importante, lo fundamental es la cantidad de grasa en exceso y la distribución de la misma a lo largo del cuerpo. De esta manera, podemos encontrar a individuos con mucho peso, pero a expensas de masa muscular que, por tanto, no se pueden considerar obesos. A la inversa, existen sujetos con un peso normal o un ligero sobrepeso que tienen un cantidad excesiva de grasa corporal, tanta o más como podría tener otra persona con obesidad. Sabemos también que la distribución de la grasa de predominio abdominal se relaciona con un mayor número de complicaciones, sobre todo metabólicas.

El peso tiende a aumentar y la masa muscular a disminuir con el paso de los años, sobre todo en las personas sedentarias (se estima que por cada década de la vida el gasto energético diario de una persona disminuye unas 150 kcal). De esta manera, la edad afecta de manera negativa a la composición corporal, aumentando el porcentaje de grasa de forma notable. Además, en los hombres y en las mujeres posmenopáusicas se detecta una tendencia al acúmulo intraabdominal de la grasa (valorado por el perímetro de la cintura).
Por todo ello, la persona obesa en su tercera edad manifiesta de forma paradigmática las complicaciones derivadas del exceso de grasa y, así, suele ser un paciente pluripatológico y que precisa un buen número de tratamientos farmacológicos.

¿Qué podemos hacer?

El tratamiento de la obesidad en la tercera edad no está del todo bien estudiado. A diferencia de la población más joven, los tratamientos más intensivos no deben aplicarse en esta edad (cirugía de obesidad, dietas excesivamente hipocalóricas, etc.), ya que los beneficios no están claramente demostrados. El tratamiento con dietas muy estrictas puede ser contraproducente debido a la pérdida de masa muscular y al riesgo de complicaciones metabólicas que conllevan.

El principal objetivo al inicio del tratamiento es evitar la ganancia de peso, mejorar la movilidad y la calidad de vida. La pérdida de peso debe ser individualizada y bajo supervisión médica. Se sabe que una pérdida de peso del 5% del peso inicial se asocia con una mejoría de las complicaciones asociadas a la obesidad. Un objetivo a plantear en algunos pacientes es la consecución de pérdidas de un 10-15% del peso inicial.

Actividad física

La actividad física resulta fundamental para el mantenimiento del peso corporal. La personas físicamente activas mantienen mejor el peso, además de obtener los beneficios intrínsecos a la propia actividad física (mejoría de la función muscular y articular, mejor control de los factores de riesgo vascular, etc.). A la hora de prescribir una actividad física debe tenerse en cuenta las limitaciones y las preferencias del paciente. En esta edad la presencia de patología articular es frecuente (artrosis de rodillas, caderas, columna, etc.) y en muchas ocasiones limita considerablemente la actividad física.

Siempre es aconsejable incrementar en la medida de lo posible la actividad física cotidiana, por ejemplo, hacer la compra o la limpieza del hogar. Caminar es una manera sencilla de incrementar el gasto energético. Deben aconsejarse un calzado y una ropa adecuados para evitar las lesiones. El ejercicio físico en piscina (natación, etc.) puede ser una buena alternativa para las personas con problemas articulares. En los últimos años han proliferado modalidades de ejercicio físico que combinan el trabajo de fuerza y elasticidad muscular (yoga, pilates, gimnasia de mantenimiento, etc.). Este tipo de actividad física puede ser muy beneficioso debido al incremento de la masa y del tono muscular, si bien, debe realizarse siempre asesorado por un entrenador debidamente formado, con el fin de prevenir lesiones.

Alimentación

No existen unas recomendaciones dietéticas específicas para tratar la obesidad en la tercera edad. Se aconseja, por tanto, una pauta de alimentación equilibrada y adecuada a las necesidades de cada paciente. El seguimiento de una dieta desequilibrada puede tener consecuencias desastrosas, especialmente en los pacientes de más edad o en aquellos con varias enfermedades y tratamientos farmacológicos. Debemos huir siempre de las dietas y productos “milagro”.

La necesidad de perder peso y la magnitud de dicha pérdida debe ser analizada en cada paciente. En caso de necesitar una disminución de peso se deben aconsejar dietas moderadamente hipocalóricas (entre 500 y 1000 kcal. menos que el gasto energético total del individuo). Se aconsejan dietas variadas en las que se incluyan todos los grupos de alimentos en sus debidas cantidades (pastas, arroces, pan, legumbres, aceite de oliva con moderación, frutas, verduras, huevos, carnes con bajo contenido en grasa, pescados, lácteos desnatados, etc.). La ingesta de alcohol no es necesaria en el contexto de una dieta equilibrada pero, en caso de producirse, no debería exceder de 1 copa de vino o 1 cerveza al día.

Medicación para perder peso

Actualmente en España solo existen dos fármacos aprobados para el tratamiento de la obesidad: sibutramina (Reductil) y orlistat (Xenical). Orlistat es un inhibidor selectivo de la lipasa pancreática. Reduce la absorción del 30% de las grasas ingeridas, con lo que se consigue reducir la absorción de aproximadamente 200-300 kcal/día.

Sibutramina es un inhibidor de la recaptación de serotonina, adrenalina y dopamina. Incrementa la saciedad y, en menor medida, la termogénesis.

Siempre bajo prescripción médica, son fármacos seguros y efectivos. En la tercera edad deben valorarse cuidadosamente los riesgos y beneficios de estos tratamientos, debido a la posible presencia de interacciones medicamentosas y efectos secundarios.

Como efectos adversos derivados del tratamiento con orlistat debe destacarse la esteatorrea (diarrea grasa) y la posible interferencia en la absorción de otros fármacos. Sibutramina puede aumentar las cifras de presión arterial y de frecuencia cardiaca.

Figura 1. Complicaciones asociadas a la obesidad

    Diabetes mellitus tipo 2
    Hipertensión arterial
    Dislipemia
    Cardiopatía isquémica: angina de pecho, infarto agudo de miocardio
    Encefalopatía vascular: accidente cerebrovascular, demencia vascular
    Artrosis. Otras dolencias articulares y musculares
    Hiperuricemia y gota
    Trastornos digestivos: hígado graso, hernia de hiato, reflujo gastroesofágico, litiasis biliar
    Trastornos respiratorios: síndrome de apnea del sueño, síndrome de hipoventilación- obesidad
    Trastornos psíquicos: depresión, trastornos de la conducta alimentaria
    Trastornos cutáneos (infecciones, estrías, fisuras, etc.)
    Cáncer: colon, próstata, mama, endometrio, etc.

Fuente zonahospitalaria.com

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