Sentir una soledad extrema puede aumentar en un 14 por ciento las posibilidades de muerte prematura de una persona mayor, según concluye una investigación realizada por el doctor John Cacioppo, profesor de Psicología en la Universidad de Chicago, en Estados Unidos.
Este trabajo muestra que el impacto de la soledad en la muerte prematura es casi tan fuerte como el impacto de la situación socioeconómica desfavorecida, que vieron que aumenta las posibilidades de morir prematuramente en un 19 por ciento. Un metaanálisis de 2010 mostró que la soledad tiene dos veces el impacto sobre la muerte temprana que la obesidad.
Cacioppo expondrá sus hallazgos en un seminario sobre 'La ciencia de la vejez resistente' que se celebrará este domingo en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que tendrá lugar en Chicago, Estados Unidos.
Los investigadores observaron grandes diferencias en la tasa de deterioro de la salud física y mental con la edad. Cacioppo y sus colegas han examinado el papel de la satisfacción con las relaciones de las personas mayores para desarrollar su capacidad de resistencia, es decir, capacidad de recuperarse después de la adversidad y crecer
a partir de las tensiones de la vida.
Las consecuencias para la salud son dramáticas porque sentirse aislado de los demás puede interrumpir el sueño, elevar la presión arterial, incrementar la tasa de la hormona del estrés cortisol por la mañana, alterar la expresión génica en las células inmunes y aumentar la depresión y disminuir el bienestar subjetivo general, señala Cacioppo, que impartirá una charla titulada 'Conexiones gratificante sociales promueven un envejecimiento exitoso'.
Este investigador apunta que las personas mayores pueden evitar las consecuencias de la soledad al estar en contacto con antiguos compañeros de trabajo, participar en tradiciones familiares y compartir buenos momentos con la familia y amigos, puesto que todo ello da a los adultos mayores la oportunidad de conectarse con otras personas de las se preocupan y que se preocupan por ellos. "Retirarse a Florida para vivir en un clima más cálido entre extraños no es necesariamente una buena idea si esto significa que la persona estará desconectado de las seres queridos que significan mucho para ella", señaña Cacioppo. Aunque algunas personas son felices estando solas, la mayoría de la gente se desarrolla a partir de situaciones sociales en las que se prestan apoyo mutuo y mantienen una relación fuerte. A su juicio, la mayoría de las personas disfrutan de la compañía frente a la soledad.
Esta investigación ha identificado tres dimensiones fundamentales para unas relaciones saludables: relaciones íntimas, que suponen tener a alguien en tu vida que te hace reafirmarte en quién eres; conectividad relacional, es decir, tener contacto cara a cara que es algo mutuamente gratificante, y conectividad colectiva, que produce sensación de que eres parte de un grupo o colectivo más allá de la existencia individual.
No es la soledad o el aislamiento físico en sí, sino más bien la sensación subjetiva de aislamiento la que el trabajo de Cacioppo muestra tan profundamente perturbadora. "Las personas mayores que viven solas no se sienten solas si permanecen socialmente comprometidas y disfrutan de la compañía de los que les rodean. Algunos aspectos del envejecimiento, como la ceguera y la pérdida de la audición, sin embargo, ponen a las personas en un riesgo especial de ser aisladas y estar solas", alerta.
Fuente larazon.es