Cuando la soledad, la muerte de seres queridos o las enfermedades propias de la edad no se manejan de manera adecuada, son detonantes de un estrés que perjudica la calidad de vida.
Muchas veces la tercera edad, a pesar de ser una etapa más tranquila, trae consigo preocupaciones que provocan estrés. En especial porque se presentan cambios psicológicos, biológicos y sociales que implican cambios forzosos en la vida de las personas.
El origen de esa patología está generalmente relacionado a eventos traumáticos. El más influyente es la muerte de familiares o contemporáneos, le sigue la jubilación, el síndrome del nido vacío y la pérdida de algunas capacidades sensoriales.
El primer paso para evitar que se deteriore la calidad de vida consiste en afrontar las distintas situaciones con tranquilidad. Para eso es necesario encontrar la manera de invertir el tiempo libre y así limitar la sensación de aislamiento.
Luis Hernández Bocaletti, médico psiquiatra, aconseja salir y hacer actividades nuevas con familiares y amigos, tener pasatiempos e incluso realizar un voluntariado social o involucrarse en grupos religiosos, también son alternativas para mitigar la ansiedad.
Planificar una rutina física de ejercicios al aire libre y combinarla con una dieta balanceada adecuada a la edad, mantendrá al organismo activo y saludable. No obstante, Bocaletti recomienda buscar ayuda profesional para solicitar asesoría y apoyo cuando el nivel de estrés sea demasiado alto.
Se deben controlar los estados emocionales negativos como ansiedad, depresión o ira. Para ello, la meditación, relajación física y el control de la respiración son herramientas que contribuirán a mantener la serenidad.
Fuentes: revistaamiga.com
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