La humanidad está viviendo una nueva revolución demográfica. En la medida que la esperanza de vida de la población se prolonga en forma creciente y sostenida surgen nuevos interrogantes económicos políticos y éticos que los gobiernos deben atender.
En primer lugar debemos aclarar que no está claramente definido a qué edad se es viejo. Es notable la diferencia entre las personas y no todos se vuelven viejos a la misma edad. Incluso sabemos que la edad de la vejez ha ido cambiando con el tiempo, en el siglo XVI era a los 30 años versus los 65 años que se considera en el año 2000 y los 75 que será en el 2050. Esto implica un aumento del número de personas de esta edad.
El otro elemento significativo es que hasta el siglo XIX las personas morían jóvenes. Al prolongarse la vida aparecieron las enfermedades crónicas. Hoy tenemos muchas personas con discapacidades o tratamientos crónicos. Este es un elemento para análisis y planificación. El otro hecho destacable es que hay una prolongación evidente en el intervalo del fin del ciclo laboral y el comienzo de la vejez.
Así, “personas mayores” termina siendo un término impreciso y manipulable, ¿mayores de qué? ¿de 60 años, de 70 años, de los hijos de 70 años con los padres de 95? Decir “los mayores de…. no son tenidos en cuenta” es muy impreciso. Con esto queremos decir que agrupar estas personas puede ser falso y englobar personas muy diferentes con pocas cosas en común.
Sin dudas que la sociedad nos reclama hoy que entendamos y promovamos lo que se llama el envejecimiento saludable. Debemos refinar y definir las estrategias que estimulen un envejecimiento saludable y activo.
A pesar de los enormes progresos médicos logrados en las últimas décadas, sigue dándose el hecho de que los últimos años de vida aún conllevan una salud y una discapacidad que empeoran con los años. El factor clave del envejecimiento saludable es la capacidad de conservar una vida independiente durante el mayor tiempo posible. Los programas eficaces de fomento del envejecimiento saludable y de prevención de las discapacidades entre las personas mayores darán como resultado una utilización más eficiente de los servicios sanitarios y sociales, y mejorarán la calidad de vida de las personas mayores pues les permitirán seguir siendo independientes y productivas.
Las perspectivas en cuanto al aumento de las cifras y proporciones de personas de la tercera edad son impresionantes. Entre los años 2000 y 2050, la proporción mundial de personas de más de 65 años se espera que alcance más del doble de la actual: del 6,9% al 16,4%. La proporción de personas muy mayores (aquéllas mayores de 79 años) aumentará durante este período del 1,9% al 4,2%. La población de personas centenarias en 2050 será 16 veces mayor que en 1998 (2,2 millones frente a135.000).
El envejecimiento está caracterizado por un deterioro general de la competencia fisiológica y una pérdida de la reserva funcional, precipitados por una menor capacidad para responder a situaciones de estrés. Hay una gran variedad en el proceso de envejecimiento de cada persona y, a menudo, es difícil discernir los procesos patológicos del deterioro fisiológico relacionado con el envejecimiento.
El envejecimiento de sistemas de órganos específicos sí se ha descrito. Estas pérdidas pueden tener graves consecuencias psicológicas para las personas que las sufren y pueden agravarse con otros síntomas más generales como la falta de energía, un debilitamiento generalizado, dificultad para concentrarse, mala memoria, irritabilidad y trastornos del sueño.
El proceso de envejecimiento está muy influenciado por los efectos de lo que rodea a una persona, del estilo de vida y de las enfermedades, que, a su vez, están relacionados con el envejecimiento o cambian por su causa pero que no se deben al envejecimiento en sí. Es difícil separar en la práctica lo que es envejecimiento normal o fisiológico de los que es envejecimiento patológico.
Lo que se busca hoy día está relacionado con el concepto de OMS que dice: El envejecimiento activo implica al “proceso de hacerse mayor sin envejecer mediante el desarrollo continuado de actividades físicas, sociales y espirituales a lo largo de toda la vida”.
Esto, fácil de decir, es difícil que se dé en los países de menores ingresos, especialmente en los de vías de desarrollo. La tercera edad vendrá acompañada de enfermedades y discapacidades crónicas, el resultado de menor asistencia sanitaria o más pobreza.
Hoy, la Salud pública incluye las consecuencias sobre la salud que producen la rápida urbanización, los cambios demográficos, la globalización de las relaciones económicas, sociales y culturales, y los cambios medioambientales mundiales provocados por el hombre. Todos estos factores afectan al estado de salud del hombre al envejecer. El enfoque de la salud pública para mejorar la salud del hombre que envejece debe estudiar todos estos asuntos así como los clásicos estudios de las enfermedades.
Tanto la salud como el envejecimiento son consecuencias sociales y culturales además de estar determinados biológicamente. Existen tres fuentes básicas para las diferencias en el envejecimiento saludable: los determinantes hereditarios, las circunstancias socioeconómicas y el estilo de vida. Los factores culturales y políticos también influyen en la salud del hombre al envejecer.
Además de las enfermedades crónicas no transmisibles (cardiovasculares, cáncer, Epoc y diabetes) que son prevalentes en la tercera edad, cobran una dimensión especial las enfermedades de salud mental, como la demencia senil o la depresión.
El otro aspecto a tener en cuenta son las discapacidades. Es decir la imposibilidad de realizar las actividades de una persona en el entorno en que se encuentra. Se suele medir con cuestionarios personales sobre la dificultad que uno encuentra para llevar a cabo varias actividades, como andar, ir a comprar, cocinar y cuidarse.
En las poblaciones mayores, la progresión de discapacidades graves es una preocupación importante para la salud pública pues las discapacidades implican tratamientos y soluciones que deben planificarse para que estén al alcance de todos.
Envejecimiento saludable y activo debe ser objetivo de todos y política de estado. Por ello: ¡más actividades físicas, culturales y sociales para nuestros mayores!
Via diarioepoca.com
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