La causa exacta de la enfermedad de Alzheimer no se conoce, aunque algunos factores de riesgo sí que se han determinado con exactitud. Por ejemplo, el riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta con la edad. Hay un mayor riesgo de Alzheimer si un miembro de la familia tiene la enfermedad. Sin embargo, los factores genéticos heredados son responsables del desarrollo de la enfermedad en un número muy pequeño de familias.

Cuando la enfermedad es hereditaria, lo que tiende a ocurrir es que la enfermedad se desarrolle de forma prematura, por lo general entre las edades de 35-60 años. La mayoría de los caso de Alzheimer se desarrollan más tarde, siendo el vínculo genético muy débil. Los científicos creen que algunos genes problemáticos pueden estar en los cromosomas 14 y 21 y en menor medida en los cromosomas 9,10 y 12.

Los síntomas más comunes son la pérdida de memoria y la incapacidad progresiva de poder pensar con claridad. En ocasiones la frustración da lugar a cambios en la personalidad, personas que normalmente se comportaba de forma calmada puede pasar a ser personas nerviosos e irascibles. En las situaciones más graves, las personas enfermas de Alzheimer pueden ver disminuidas sus capacidades para realizar tareas cotidianas, como vestirse, asearse e incluso alimentarse. A mediad que pasa el tiempo pueden no reconocer a personas más cercanas e incluso su propio entorno, por lo que es común ir a dar un paseo y no saber el camino de vuelta a casa.

No hay cura para la enfermedad de Alzheimer. Los medicamentos disponibles actualmente pueden retrasar la pérdida de la función mental en casos leves o moderados. Estos medicamentos incluyen los inhibidores de la acetilcolinesteresa como donepezil rivastigmina y galantamina, que mejoran la comunicación de las células cerebrales, y la memantina, un bloqueador de glutamato que protege a las células del cerebro contra el daño que provoca la enfermedad.

Otros fármacos como aspirina y fármacos que se utilizan para la reducción y el control del colesterol sanguíneo pueden resultar beneficiosos en la ralentización del daño bascular que puede jugar un papel importante en mucho tipos de demencia.

Los mismos factores de riesgo que se determinan para la enfermedad cardíaca se cree que pueden aumentar el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer. Por esto, aunque no hay forma definitiva de prevenir la enfermedad: no fumar, mantener una correcta presión arterial y unos niveles de colesterol saludable, hacer ejercicio regularmente, mantener un peso saludable y como e una dieta variada y rica en frutas y verduras que nos aporte una cantidad suficiente de vitaminas y minerales antioxidantes junto con el consumo de grasas insaturadas esenciales que se encuentran en pescados azules pueden ser algunos consejos que desde las instituciones públicas se dan a la población con la intención de reducir la incidencia de esta enfermedad.

Algunas investigaciones han sugerido que tomar antiinflamatorios no esteroideos o medicamento como comentábamos anteriormente, ductores del colesterol sanguíneo, las estatinas, pueden reducir el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, pero continúa la investigación. Otra investigación en la terapia de células del tallo cerebral, la terapia antioxidante y una vacuna para prevenir la acumulación de placas en el cerebro también está en curso.

En la web de la Fundación Alzheimer España http://www.alzfae.org podéis encontrar información y recomendaciones, tanto para los enfermos, como para la familia y los cuidadores, pilar básico en el mantenimiento y mejora de la calidad de vida de los enfermos.

Via saludyvidasana.es