El grupo de edad entre 30 y 40 años está representada por una menor aparición de nuevas enfermedades de los ojos, por lo que en ausencia de síntomas, defectos de refracción o enfermedades de los ojos ya diagnosticados deben someterse a controles periódicos cada 3-5 años. Alrededor de entre 40-45 años se inicia la presbicia: fenómeno fisiológico que hace que el ojo encuentre dificultades para centrarse, como por ejemplo en la lectura. Presbicia depende tanto de la edad del paciente, como también de su estado de refracción.
Una observación adecuada puede excluir más graves enfermedades de los ojos que a menudo comienzan a ocurrir en este grupo de edad como el glaucoma, la retinopatía diabética e hipertensiva. El glaucoma es una enfermedad caracterizada por el aumento de la presión endocular, si no son diagnosticados y tratados con prontitud determinará un daño irreversible del nervio óptico que puede conducir a la ceguera. Es una enfermedad insidiosa y sutil, porque es asintomática, es la principal causa de ceguera en los EE.UU. y en todo el Occidente. El diagnóstico precoz es fundamental, especialmente en los individuos que tienen una propensión para el glaucoma, alta miopía y un deterioro de la microcirculación, como ocurre en la diabetes.
Una simple revisión de los ojos puede detectar la presión endocular, en los casos de sospecha o que se sabe que existen como un examen de diagnóstico en el examen del campo visual con perímetro mostrando pronto el daño del nervio óptico y una nueva técnica llamada imágenes de diagnóstico OCT: Tomografía óptica coherente a las radiaciones, a través del cual un haz de luz infrarroja hace algunas exploraciones del nervio óptico mediante la medición del espesor y destaca el daño anatómico mucho antes de ques e inicie el problema. La terapia se basa en un tratamiento diario de gotas para los ojos que mantendrá la presión del ojo dentro de los límites de la norma, en los casos resistentes a la terapia se tratará con medicamentos, pero si existe un daño progresivo existen sofisticadas técnicas paraquirúrgicas (terapia con láser) o microcirugía ocular que son potenciales soluciones.
La retinopatía diabética es una enfermedad grave que si no se diagnostica temprano, llevan a la ceguera. Representa el 7,5% de la ceguera mundial, con más frecuencia en personas entre 20 y 65 años. La retinopatía diabética se caracteriza por una alteración de los capilares de la retina, que son anormales y frágiles, si no se diagnostica y se trata adecuadamente puede dar lugar a hemorragias graves, hasta el desprendimiento de la retina con un deterioro irreversible de la visión. La incidencia de la enfermedad está relacionada con la duración de la diabetes además de otros factores. Todos los pacientes con diabetes deben someterse a un examen anual de la vista. La sospecha de un problema inicial de la retina de los pacientes sometidos a la microcirculación, las pruebas de diagnóstico para estudiar la circulación y el espesor de la retina, permiten una valoración de la enfermedad y es esencial para fines terapéuticos. Es importante que exista una estrecha colaboración entre el oftalmólogo y diabetólogo para que los valores de glucosa en la sangre se mantengan lo más posible dentro de los límites de la regla. El tratamiento de elección es el tratamiento con láser (fotocoagulación con láser de argón-) que tiene como objetivo detener la evolución de la enfermedad en los casos avanzados por utilizar sofisticadas técnicas de microcirugía ocular.
Controles que deben realizarse para la tercera edad
30 a 60 años:
-Revisión de los ojos cada 3-5 años en ausencia de síntomas, defectos de refracción, enfermedades de los ojos.
-Revisión de ojos alrededor de 40 – 45 años.
-Revisión anual de oftalmología en prevención de defectos de refracción y enfermedades de los ojos.
A partir de 60 años en adelante:
Este es un grupo de edad en los que los controles de los ojos deberían ser regulares, dada la mayor incidencia de algunas enfermedades relacionadas con las anomalías más frecuentes, que están representadas por las cataratas y la degeneración macular. La catarata es una opacidad progresiva del cristalino natural, que se encuentra dentro de nuestro ojo e impide que los rayos de luz lleguen a la retina, con el resultado de la disminución de la visión o visión “nube”. El diagnóstico lo realiza siempre el oculista, ya que no existen medicamentos o gotas para los ojos que puedan ralentizar y obstaculizar el desarrollo de la catarata: el único tratamiento es la cirugía.
También en este ámbito, en las últimas décadas, han dado grandes pasos y me refiero no sólo a la técnica quirúrgica sino también a los materiales y tipos de lentes intraoculares implantadas. Actualmente, la técnica quirúrgica de elección es la facoemulsificación: una pequeña sonda ultrasónica y la implantación de la lente a través de una incisión de sólo 3 milímetros o menos, a través de la introducción de una lente intraocular (LIO) artificial. Una vez colocada dentro del ojo se abre por sí sola hasta estabilizarse. La intervención se realiza con anestesia tópica, o con la utilización de colirio anestésico en el ojo. Es indolora y dura unos 15-30 minutos. Al final del ojo es medicado y después de varias horas, si el curso post-operatorio fue sin problemas, el paciente puede irse a casa.
En los últimos años ha sido probado y se aprobó un nuevo y sofisticado lente intraocular con un color particular, sus filtros tienen un efecto mayor en la protección de la retina y son capaces de restablecer la correcta visualización de los colores: bloquea no solo los rayos UV perjudiciales, sino también los componentes de la luz más perjudiciales para los ancianos, lentes asféricas, que mejoran la sensibilidad al contraste y las llamadas lentes multifocales que permiten ver de lejos y de cerca sin gafas. La elección de LIO para el oculista es más adecuada sobre la base anatómica del ojo y la refracción del paciente. La degeneración macular es la principal causa de baja visión y ceguera en los países industrializados. Se trata de una enfermedad grave y progresiva de la mácula o la parte central de la retina para diferentes grados de visión. Hay dos formas de que se presente esta enfermedad: la forma atrófica, más común y más despacio y la evolución de la forma exudativa o neovascular, más rápida y más discapacitante. La gravedad del problema ha hecho que en los últimos años, las nuevas terapias se prueben con diferentes láser. El más utilizado es para la terapia fotodinámica con verteporfina con el fin de detener la progresión de la enfermedad, que si no se trata de manera oportuna y adecuada podrá conducir a un grave deterioro de la visión central.
Con la ayuda de técnicas avanzadas de diagnóstico por la imagen como la angiografía retiniana (FAG) y la tomografía óptica coherente de radiación (PTU), una especie de TAC del ojo, puede ser diagnosticada pronto y elegir el tratamiento más adecuado dependiendo del tipo de maculopatía. Las drogas antiangigenetici (anti VEGF) representan la frontera actual del tratamiento de la degeneración macular húmeda. Estas sustancias son drogas que atacan selectivamente la proliferación de tejido fisiológico. Son administrados por inyección intravítrea o directamente en el humor vítreo, que es un gel transparente que llena la parte posterior del ojo.
Hay normas muy estrictas y un protocolo terapéutico a seguir. El tratamiento de la degeneración macular senil es todavía un reto importante para la oftalmología en los dos últimos años. Se han identificado 5 genes relacionados con ella. En el futuro podría ser una terapia génica, pero en la actualidad la posibilidad de identificar los sujetos con combinaciones de genes de alto riesgo pueden facilitar la adopción de medidas preventivas tales como la eliminación de los factores de riesgo, tales como el hábito de fumar cigarrillos.
En suma, los principales controles que deben realizarse son:
-Revisión de ojos cada 1-2 años en ausencia de síntomas o enfermedades oculares.
-Visita anual al oftalmólogo en presencia de enfermedad ocular o aparición de los síntomas.
Via .operacioneslasermiopia.com
Con la tecnología de Blogger.