A medida que los años pasan y los nietos crecen, a muchas personas les resulta difícil recordar el nombre de ese actor que trabajó en aquella película. Y es común que olviden las llaves del lado de adentro, cuando ya cerraron la puerta, o que no puedan encontrar el lugar preciso de esa boleta de luz que acababa de llegar.
Estos olvidos ¿significan que la persona padece demencia senil? La interpretación y la importancia que se le da en la actualidad a la denominada demencia senil es muy distinta de la concepción que se tenía hace unos 50 años. Hoy por hoy, es muy poco mencionada en los trabajos de la especialidad.
Los médicos hablan más bien de envejecimiento, que no es otra cosa que el empobrecimiento de las funciones del organismo, sin que medie enfermedad alguna. El cerebro sufre la senilidad como un órgano más de nuestro cuerpo", subrayan.
Y a los especialistas les resulta difícil diferenciar clínicamente la degeneración senil de la que ocurre, por ejemplo, como consecuencia de una enfermedad de los vasos arteriales o de disturbios generales que afecten secundariamente al cerebro.
¿Cómo se llamaba?
La demencia es un síndrome, es decir, un conjunto de síntomas. Pero no es una enfermedad, porque esos síntomas pueden estar provocados por múltiples causas. La demencia es un síndrome constituido por el deterioro adquirido de las funciones mentales respecto de un estado anterior conocido, siempre que el deterioro sea lo suficientemente intenso como para interferir en la conducta laboral, social y familiar del paciente.
Deterioro significa que se reducen las funciones cognitivas: la memoria, la atención, el lenguaje (afasia), el reconocimiento de los estímulos que nos circundan. Se dificulta el aprendizaje, y la persona puede sufrir la desorientación temporal y espacial. Por ejemplo, no saber qué día es hoy, o no poder volver a casa cuando se salió a dar un paseo por las inmediaciones.
Cuando estos síntomas se manifestaban pasados los 75 años, se consideraba que el paciente sufría una demencia senil. En cambio, si los síntomas aparecían alrededor de los 65 años, se hablaba de demencia presenil, en la que se incluía la enfermedad de Alzheimer y la de Pick.
Pero actualmente ha adquirido gran importancia la enfermedad de Alzheimer por ser la más frecuente de todas. Se la clasifica en formas tardías y precoces, las primeras después de los 60 años y las precoces antes de los 50. Menos frecuente es la enfermedad de Pick, que consiste en una atrofia de la región frontotemporal del cerebro, con trastornos de conducta.
Si bien la demencia se instala en la vejez, ésta no es su causa. De hecho, no todas las personas que pasan los 75 años padecen los síntomas mencionados, sino que se presentan lúcidos, y conservan intactas todas sus habilidades. Además, la demencia puede presentarse precozmente.
Debido al aumento de la expectativa de vida, el número de casos de demencia ha aumentado. Las estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la Argentina, de 1991, indican que la población mayor de 60 años es del 12,8 por ciento, o sea, alrededor de 4.200.000 personas. Los mayores de 80 años suman unos 200 mil.
De los mayores de 60 años, se calcula que el 12 por ciento padece demencia. En cuanto a los que superan los 85 años, la demencia asciende al 23 por ciento de la población.
En todos los casos, en un gran porcentaje, la demencia se corresponde con la enfermedad de Alzheimer. El resto se debe a patologías identificables pero secundarias, como trastornos vasculares, por ejemplo.
¿Se puede prevenir la demencia?
En muchos casos, la demencia no puede prevenirse. Por ejemplo, todavía se desconocen muchos de los factores involucrados en la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, debido a que la demencia puede estar relacionada con trastornos prevenibles, si se controlan los factores de riesgo, se puede prevenir o retrasar su aparición.
Una de las medidas que aconsejan tener muy en cuenta los médicos es desarrollar actividad física en forma regular, abandonar el hábito de fumar, y controlar el nivel de colesterol en la sangre, ya que estas precuaciones pueden disminuir el riesgo de sufrir un ataque cerebrovascular.
Asimismo, se aconseja observar moderación en el consumo de alcohol para bajar el riesgo de sufrir trastornos hepáticos que pueden vincularse con la demencia.
Los especialistas señalan que, en algunos casos, la demencia es irreversible. En especial, si se debe a enfermedades degenerativas del cerebro como el mal de Alzheimer. Pero, si está causada por procesos secundarios a drogas, alteraciones metabólicas, o déficits vitamínicos (vitaminas B1-B12, ácido fólico y folatos), la demencia es reversible o, al menos, tratable.
Con respecto a su tratamiento, en la actualidad se apuesta a los acetilcolinesterásicos, porque en el Alzheimer existe una depleción de la acetilcolina, una sustancia química que contribuye a la transmisión de mensajes entre las neuronas. En los últimos días, el Instituto Karolinska, de Suecia, anunció un proyecto de investigación dirigido a encontrar una cura para la enfermedad de Alzheimer. En un proyecto de cinco años que se realizará en conjunto con Sumitono Pharmaceuticals, de Japón, el equipo del Karolinska intentará encontrar una droga capaz de eliminar los síntomas de esta devastadora enfermedad caracterizada por la formación de placas amiloides en el cerebro.
¿Qué hay de cierto con respecto a los suplementos vitamínicos que prometen mejorar la memoria y la capacidad de aprendizaje? Los especialistas destacan que no surten ningún efecto y que sólo tienen un valor como placebos.
En suma, los años pasan y el desgaste del cerebro es inevitable, pero esto no significa que la enfermedad sea inevitable. En las personas de edad es muy frecuente el olvido de nombres de personas o cosas, pero éstos pueden ser sólo lo que algunos autores denominan olvidos benignos, o simplemente deterioro de la memoria asociado a la edad, sin evolución progresiva.
Fuente: buenasalud.com
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