Es imprescindible tratar de evitar el inmovilismo y generar actitudes que prevengan este mal que afecta a tantas personas.
Cuando nos hacemos mayores, es muy normal que comencemos a sufrir problemas de movimiento en nuestro organismo, el cuerpo va perdiendo agilidad y van apareciendo dificultades en las articulaciones. Se trata del inmovilismo, un mal que sufren muchos mayores y que puede generar consecuencias más importantes, lejos de la simple reducción de movimiento.
Se denomina inmovilismo a la disminución de la capacidad de desarrollar actividades de la vida diaria debido a un problema de movimiento. Esta situación afecta a todos los ámbitos de la vida y repercute en las conductas cotidianas de nuestros mayores, son lo que llamamos las actividades de la vida diaria básicas e instrumentales: desde hacer la comida hasta dar un paseo, pasando por poder vestirse, alimentarse y asearse por sí mismos.
Se trata de problemas que generan bastantes dificultades en la vida de nuestros mayores, sin embargo, son aún más importantes otras consecuencias que pueden provocar. En este sentido, algunas personas llegan a sufrir estreñimiento y úlceras por presión, incluso pueden sufrir problemas sociales como el aislamiento si la conducta se extiende a lo largo del tiempo.
Es imprescindible tratar de evitar el inmovilismo y generar actitudes que prevengan este mal que afecta a tantas personas. En ocasiones, las propias personas mayores son quienes generan este problema, ya que algunos tienen miedo a moverse porque sufren un dolor articular en concreto, y al no realizar movimiento se provoca un estado de rigidez, contracturas, pérdida de la fuerza y masa muscular, que a su vez impiden por sí mismas el movimiento también, por lo que el problema se hace cada vez mayor.
Fuente: sabervivir.es
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