Todas las personas somos susceptibles de sufrir anemia en cualquier momento de nuestra vida. Se trata de una enfermedad en la que la sangre tiene menos glóbulos rojos de lo normal, o cuando éstos no contienen suficiente hemoglobina. Sin embargo, es verdad que, a pesar de que no es una consecuencia directa del envejecimiento, la aparición de la anemia es más frecuente en personas de edad avanzada.
Para diagnosticar la anemia hay que tener bien claros los síntomas de la misma. Algunos de ellos son palidez, sensación de cansancio, sensación de falta de aire al hacer ejercicio, latidos de corazón acelerados… Síntomas que pueden deberse a una alimentación insuficiente, a la carencia de hierro o la ingesta insuficiente de vitaminas. En las personas mayores se sabe que los niveles de hemoglobina disminuyen en el hombre a partir de los 70 años y aumentan en las mujeres a partir de la menopausia, datos que hay que tener en cuenta al diagnosticar una posible falta de glóbulos rojos o hemoglobina.
Otro punto muy importante que hay que destacar es que la anemia puede ser, en determinado momento, un síntoma de una enfermedad más grave. En estos casos se convierte en un fiel reflejo de la salud, por lo que es recomendable que la persona mayor que sufra anemia acuda a realizarse una valoración completa, con el objetivo de prevenir o diagnosticar a tiempo otras posibles patologías.
Es muy importante destacar la prevención en nuestros mayores, una analítica anual nos ayudaría enormemente a anticiparnos, sin esperar a que aparezcan síntomas de anemia o de cualquier otra dolencia. Se trata de fomentar conductas y profundizar en ellas, de tal manera que la prevención se convierta en una fiel arma para todos.
Vía: sabervivir.es
Con la tecnología de Blogger.