El ejercicio físico voluntario tiene un efecto protector y terapéutico contra el Alzheimer, al mejorar las funciones sinápticas neuronales, el aprendizaje, la memoria y la función sensorimotora y la ansiedad, según demuestra un trabajo con animales del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (Csic-Idibaps), la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y la Universidad de California.
El trabajo, que publica la revista 'Journal of Alzheimer's Disease', es uno de los más completos realizados hasta el momento, no sólo por los indicadores medidos --tanto de comportamiento como fisiológicos--, sino por los distintos patrones de ejercicio evaluados --periodos cortos y largos en diferentes estadios de la enfermedad--.
"Los mejores efectos los hemos visto con ratones de siete meses, que ya estaban en una fase moderada de la enfermedad y que habían hecho ejercicio durante más tiempo, de forma continuada desde un mes de edad", ha explicado la líder del estudio, Coral Sanfeliu.
Desde hace tiempo, se sabe que el ejercicio facilita la liberación de sustancias protectoras y que tiene un efecto beneficioso, en general, sobre la sensación de bienestar y sobre otras funciones corporales y cognitivas.
No obstante, hasta ahora no se había estudiado de forma sistemática su efecto beneficioso sobre el Alzheimer.
Los animales del estudio que desarrollaron una patología similar a la enfermedad de Alzheimer fueron divididos en varios grupos, uno de los cuales tuvo acceso a la rueda de actividad durante un mes cuando estaba en una fase inicial de la enfermedad, y fue analizado a los cuatro meses de edad.
Otros grupos tuvieron acceso a la rueda durante periodos que iban de uno a seis meses y fueron examinados a los siete meses, cuando se encontraban en una fase moderada de la dolencia.
Paralelamente, otros dos grupos, uno de animales enfermos sin acceso al ejercicio y otro de animales sanos, servían de control.
Los animales enfermos que no tuvieron acceso al ejercicio presentaron síntomas psicológicos de demencia y pérdida cognitiva, así como alteraciones en la función sináptica y en la protección a largo plazo y peor función sensoriomotora.
Al contrario, los ratones que hicieron ejercicio presentaron mejores resultados en todas las pruebas psicomotrices, en las de memoria y aprendizaje, así cómo menor ansiedad ante situaciones estresantes y mejor control de la respuesta al sobresalto.
LABERINTOS ACUATICOS Y JUEGOS DE PALANCAS
Los investigadores utilizaron para estas investigaciones laberintos acuáticos señalizados, cuyo recorrido debía recordar el ratón, o juegos de palancas.
Gracias a pruebas electrofisiológicas se ha podido constatar también que el ejercicio protege la comunicación sináptica entre las neuronas.
Los datos obtenidos no se pueden extrapolar fácilmente a la especie humana, pero sugieren que el ejercicio físico y probablemente intelectual puede ser beneficioso a medio plazo para retrasar la aparición de síntomas característicos del Alzheimer.
Fuente: larazon.es
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