Un laboratorio austríaco ultima un tratimiento que mejora las funciones cognitivas de los pacientes
La solución para la enfermedad de alzhéimer está hoy más ceca que ayer después de que la compañía de biotecnología austríaca AFFiRis, presentase ayer en Viena las conclusiones del estudio clínico del AD02, producto que podría convertirse en la vacuna definitiva contra el tipo de demencia más frecuente.
Los datos revelados por el laboratorio son cuanto menos esperanzadores, pues muestran evidencias potenciales de variación de la actividad de la enfermedad de los candidatos que fueron vacunados. En concreto, durante el estudio en fase I –para evaluar y demostrar la seguridad y tolerancia al medicamento– un total de 24 personas fueron vacunadas con el AD02, la mitad de ellas con adyuvantes –sustancias que aumentan la antigenicidad y eficacia– y la otra mitad sin ellos.
Estudio de 18 meses
Los resultados tras año y medio concluyeron que nueve de los doce sujetos que habían recibido la vacuna con adyuvantes –el 75 por ciento– mejoraron claramente sus capacidades cognitivas respecto a la evolución esperada ante el progreso de la enfermedad. Se observó como los pacientes conservaban su peso. Tradicionalmente, los enfermos de alzhéimer a menudo pierden peso durante el transcurso de su enfermedad. Su sentido del gusto puede verse afectado o simplemente se olvidan de comer. Por el contrario, los pacientes tratados con la vacuna experimentaron una estabilización de su peso corporal.
Respecto a la estabilización de las funciones cognitivas, la compañía austríaca destaca que los mejores resultados se obtuvieron en aquellos pacientes con más de veinte puntos en la prueba de estado mental (MMSE en sus siglas en inglés). Así, un resultado por encima de 27 se considera normal, mientras que una calificación por debajo de 23 se traduce en un déficit cognitivo importante. Por debajo de los veinte puntos se considera que el paciente padece algún tipo de demencia. Es en este último caso donde no se observó la estabilización de las funciones cognitivas, lo que podría indicar que el tratamiento resulta más efectivo en fases iniciales de la enfermedad.
A pesar de que los resultados son muy positivos, Walter Schmidt, consejero delegado y cofundador de AFFiRis, quiso ser cauto al respecto de la llegada de una vacuna para este tipo de demencia. «Es importante tener en cuenta que aunque los resultados sean prometedores, los datos del AD02 sólo han sido observados en una muestra relativamente pequeña de tan sólo 24 individuos», afirmó Schmidt, en declaraciones recogidas por el portal especializado de internet «The Pharma Letter».
No obstante, Schmidt anunció que la fase II del estudio tratará de obtener datos más concluyentes y reproducir la tendencia positiva observada en la primera fase, pero sobre la base de una muestra más amplia –cientos de sujetos– que permita obtener una imagen más representativa de los resultados de la vacuna. Hasta ahora, los tratamientos consistían en la aplicación de fármacos que lograban ralentizar la enfermedad de seis meses a un año.
La soledad del cuidador
Ana tiene 53 años y su marido padece alzhéimer desde hace cinco años. Representa la cara más desconocida de una enfermedad que afecta a cerca de medio millón de personas en nuestro país, la de los cuidadores. «Cuando se confirma el diagnóstico cae como una bomba atómica. Se te rompe el puzzle y tienes que empezar a asumir una realidad muy difícil», señala Ana, que pide mayor comprensión social y desterrar tópicos como que son agresivos o están locos. «Hay que saber llevarlos, es muy duro, pero son nuestros seres queridos y hay que comprenderles».
Denuncia la «invisibilidad brutal» del cuidador y anima a ir a grupos de apoyo que te escuchen y que ayuden a compartir la tarea tan difícil que realizan. Respecto a la enfermedad, destaca que aprendes a valorar la esencia de las cosas. «Con que esté tranquilo o simplemente con poder dar un paseo ya me conformo», apunta. Para Ana, lo más importante ha sido encontrar un equilibrio. «No puedo cambiar las cosas ni evitar que la enfermedad progrese, pero he conseguido alcanzar ese equilibrio que me permite ser feliz».
Fuente larazon.es
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