El envejecimiento activo equivale a mejoras de salud.

miércoles, 26 de enero de 2011 · Posted in

Cuando nos encontramos en el -ojo del huracán- del debate sobre la ampliación de la edad de jubilación hasta los 67 años, el Informe SESPAS 2010, un dictamen sobre la situación de salud en España presentado el pasado miércoles en la Escuela Nacional de Sanidad por la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), aboga por la revisión de los pilares de la Seguridad Social, la edad de jubilación y la cuantía de las pensiones como marco de garantía para un envejecimiento activo. Erradicar la posibilidad de una quiebra del sistema de pensiones o la disminución de las mismas, aleja el riesgo de un empobrecimiento de las personas mayores que deterioraría su salud, la calidad de su alimentación y su nivel de participación social.

En esta novena entrega del Informe SESPAS, tiene periodicidad bianual, 56 expertos analizan la evidencia contrastada de que la salud no depende sólo ni fundamentalmente de la asistencia sanitaria, sino de las condiciones de vida y de trabajo en las que vivimos; es decir, la salud no mejora por incrementar el número de hospitales y centros de salud. Por el contrario, otros elementos sociales (condiciones de vida y de trabajo, educación, agua y saneamiento, vivienda y hábitos relacionados con la salud) inciden de manera determinante sobre nuestra salud presente y condicionan la futura. El principal objetivo del Informe SESPAS 2010 es contribuir al avance del principio: “Salud en todas las políticas”.

En el capítulo “Políticas intersectoriales para abordar el reto del envejecimiento activo”, elaborado por María Victoria Zunzunegui y François Bèland, de la Escuela de Salud Pública de Montreal, en Québec, Canadá, tras recoger la definición de envejecimiento activo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que lo define como el “proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen”, y recordar que en junio de 2010, el Consejo de la Unión Europea invitó a la Comisión Europea a colocar en un prioritario de la agenda política, hacen un análisis de la situación en España.

Según explican, el envejecimiento poblacional en España ha sido muy acusado como consecuencia del aumento de la esperanza de vida y de la reducción de las tasas de natalidad. En 2009, la esperanza de vida de las mujeres españolas era de 84,1 años, sólo superada por las francesas, y la esperanza de vida de los hombres alcanzaba los 77,8 años, sólo superada por Suecia, Italia, Chipre y Holanda. Estos datos nos sitúan entre los países más longevos del mundo.

Asimismo, la esperanza de vida libre de discapacidad después de los 65 años de edad es de más de 13 años para los hombres y las mujeres de la Comunidad de Madrid y de menos de 10 años para los hombres de Andalucía y Murcia. En Leganés (Madrid), durante el periodo de 1993–1999 se observó una disminución significativa de la discapacidad y de las limitaciones funcionales para cada grupo de edad entre los 65 y los 89 años, y un aumento de la discapacidad en los mayores de 89 años. Si lo que ocurre en Leganés se puede extrapolar a otros lugares en el territorio español, como sugiere un estudio realizado en Cuenca y otro de ámbito nacional, se puede afirmar que en España se ha producido un retraso en la edad de inicio de la discapacidad y que ha surgido una cuarta edad, a partir de los 89 años, con una alta frecuencia de discapacidad grave.

Y ello a pesar de que España continúa destinando una proporción baja de su producto interior bruto (PIB) al gasto social (21 por ciento) en comparación con los países de la Europa de los 15, que dedica un 27 por ciento de su PIB al gasto social, y de que la respuesta a las necesidades no es homogénea y subsisten numerosas diferencias sociales y económicas entre las comunidades autónomas (indicadores de salud, hábitos de vida y utilización de servicios), que influyen sobre el modo de envejecer y en las oportunidades de un envejecimiento activo. Como ilustración podemos citar las diferencias en la percepción de la salud: en toda España, el 55 por ciento de los hombres y el 67 por ciento de las mujeres mayores de 65 años refieren tener una salud regular o mala, pero estas cifras varían ampliamente y son menores en Madrid y Aragón, mayores en Castilla-La Mancha y mucho más altas, llegando al 76 por ciento, en zonas rurales de Galicia. También son evidentes las desigualdades en la implantación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal. Mientras que en algunas comunidades autónomas la cobertura de los servicios es alta y el tiempo de resolución de las solicitudes de ayuda es corto, en otras la cobertura es muy baja y el tiempo de resolución es superior a los 18 meses la mayoría de las veces.

La integración laboral es parte de la participación social. Sin embargo, la participación de las personas mayores de 55 años en el mercado de trabajo es relativamente baja, entre el 68 y el 78 por ciento en los países europeos, e inferior al 40 por ciento en España. Sólo el 50 por ciento de los hombres entre 60 y 64 años de edad y el 24 por ciento de las mujeres entre 60 y 64 se encontraban en situación laboral activa, según la Encuesta de Población Activa del cuarto trimestre de 2008. El Consejo Europeo aboga por facilitar la integración laboral de las personas mayores como parte de la acción intersectorial hacia el envejecimiento activo. Una de las condiciones para esta integración laboral es el desarrollo de políticas de salud laboral adaptadas a las personas mayores. Las politicas de empleo deben tener en cuenta los efectos de las condiciones de trabajo en la salud de las personas mayores y adaptar el medio laboral a sus necesidades.

Por otra parte, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 31,8 por ciento de las mujeres y el 26,7 por ciento de los hombres mayores de 65 años en España se situaban bajo el umbral de la pobreza (6.280 euros al año). Vivir solo aumenta el riesgo de pobreza: el 51,8 por ciento de las personas mayores que viven solas subsisten en condiciones de pobreza. La grave recesión económica que empezó en 2008 ha tenido un fuerte impacto en las poblaciones más vulnerables y el colectivo de personas mayores se encuentra entre los particularmente vulnerables por el empobrecimiento de sus familias o la muerte de la persona de quien dependen, lo que tiene un efecto negativo sobre su salud.

En ese escenario, complicado debido a la crisis económica y al desempleo del 20 por ciento de la población activa, los expertos apuntan a la necesidad de potenciar el desarrollo de tres acciones intersectoriales para crear las condiciones de éxito del envejecimiento activo en España: la dieta, las relaciones familiares y sociales y la macha. Así, proponen una acción intersectorial para conservar los hábitos de la dieta mediterránea; otra que permita la integración de actividades formales e informales mediante programas de captación y apoyo a los cuidadores familiares, desde la consideración de que las familias continúan siendo la principal fuente de contacto y de ayuda en caso de necesidad; y, por último, dado que la práctica de deportes reglados entre la población mayor es muy minoritaria, mantener y promover la costumbre de caminar al menos media hora diaria.

En sus conclusiones y recomendaciones, Zunzunegui y Bèland reconocen que muchos mayores españoles ya están participando en esas acciones intersectoriales sin que haya políticas activas para incentivarlas, y que la sociedad española disfruta de ventajas para el envejecimiento activo derivado de las pensiones, el sistema de salud, la Ley de Promoción de la Autonomía, la dieta mediterránea, las fuertes redes sociales y familiares y la costumbre de incluir la marcha en la actividad diaria. Es en ese sentido es en el que afirman que “la revisión de los pilares de la Seguridad Social, la edad de jubilación y la cuantía de las pensiones (para mantener sus actuales niveles de garantía) se debe considerar en el marco del envejecimiento activo como campo de acción para las políticas intersectoriales. Las políticas que disminuyan los ingresos de las personas mayores aumentarán la pobreza y deteriorarán su salud”.

Fuente noticiasmedicas.es

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