La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) en cualquiera de sus formas (trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar) es un proceso caracterizado por la coagulación de la sangre en el interior de las venas (trombosis), con las consecuencias resultantes del desplazamiento y fijación en el pulmón de la totalidad o de un fragmento del coágulo (embolia).
Se trata de un problema sanitario de primer orden, no soló por su elevada incidencia (en nuestro país aproximadamente 600.000 casos anuales de trombosis venosa), sino por el importante número de bajas laborales como consecuencia de las secuelas relacionadas con la trombosis. No debe confundirse con la presencia de varices, ya que, aunque éstas pueden ser causa de ETV, consisten en dilataciones venosas en las que no siempre existe un trombo que obstruye la luz de la vena. La localización típica de la trombosis venosas son las venas de la pantorrilla y del muslo.
¿Cómo se diagnostica?
Los métodos actualmente disponibles para el diagnóstico de la ETV incluyen el diagnóstico clínico, las pruebas analíticas y los estudios radiológicos.Existen síntomas locales, principalmente el dolor localizado en el trayecto venoso de la pierna, que aumenta con la flexión dorsal del pie; el edema de la extremidad que es blando y progresa desde la raíz del miembro afecto, en el que existe sensación de pesadez y un cierto grado de impotencia funcional, y aumento del calor local en la extremidad.
En ocasiones existen síntomas generales, como fiebre, aumento de la frecuencia cardiaca y síntomas respiratorios, como tos, disnea y ocasionalmente hemoptisis como manifestaciones de una embolia pulmonar.La presencia de síntomas y/o signos aislados no permite realizar el diagnóstico con certeza por ser inespecíficos. Por ello, son siempre necesarias pruebas complementarias, siendo fundamental la ecografía venosa (de rápida de realización, indolora y poseer elevada sensibilidad) y el TAC helicoidal, para descartar embolismo pulmonar. En la actualidad si los resultados de la ecografía y/o TAC y de una prueba especial de laboratorio (el Dímero D) son negativos puede descartarse con seguridad el diagnóstico de ETV, sin necesidad de recurrir a pruebas invasivas.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Existen factores de riesgo adquiridos, es decir, situaciones que predisponen a la aparición de ETV. Los más importantes son la edad avanzada; las intervenciones de cirugía mayor; los pacientes con inmovilizaciones prolongadas, como en caso de infarto cerebral o insuficiencia cardiaca; las enfermedades inflamatorias del intestino; el embarazo y puerperio; las neoplasias y los anticonceptivos orales. Además, existen factores de riesgo congénitos, que conllevan una tendencia genéticamente determinada para presentar ETV, los más frecuentes se conocen como resistencia a la proteína C (factor V Leiden) y mutación de la protrombina, pudiendo afectar a varios miembros de una misma familia.
¿Cuál es el pronóstico?
El pronóstico a largo plazo del paciente que ha sufrido un episodio de ETV puede complicarse debido a la aparición de trombosis recurrentes, a pesar del tratamiento anticoagulante, y a la presencia del síndrome postrombótico, caracterizado por insuficiencia venosa crónica, que condiciona problemas circulatorios y alteraciones en la piel de la extremidad que puede ulcerarse y presentar gangrena.
¿Cómo se previene la ETV?
La detección precoz y la prevención son fundamentales para disminuir las secuelas que puede producir a medio y largo plazo la ETV. Prevenir la ETV es luchar contra los factores de riesgo. Si el proceso incide especialmente en pacientes cardiacos, postoperados, neoplásicos, infectados, etc., será precisamente en ellos en los que debemos instaurar la profilaxis.Las principales medidas preventivas son, en primer lugar, medidas físicas y, en segundo farmacológicas. Entre las primeras serán beneficiosas todas las medidas que favorezcan el retorno venoso, como elevar los pies de la cama, movilización precoz, así como los distintos modelos de vendajes, compresión neumática y medias elásticas; todo ello para aumentar el flujo de las venas profundas de las piernas. Las medidas farmacológicas están indicadas principalmente en pacientes con riesgo elevado para ETV. Se han empleado numerosas sustancias como aspirina, heparina y otros anticoagulantes, pero en la actualidad el método de elección es la administración por vía subcutánea de un preparado de heparina de bajo peso molecular, ya que se ha demostrado que estas sustancias son muy eficaces en la reducción de complicaciones derivadas de la ETV en pacientes con factores de riesgo. Entre las nuevas sustancias, el pentasacárido y el ximelagatran (inhibidor de la trombina) pueden a corto plazo constituir una alternativa a las heparinas de bajo peso molecular, en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa.
Dr. José Antonio Páramo Fernández
Especialista en Hematología y Hemoterapia
Consultor. Servicio de Hematología
CLINICA UNIVERSITARIA DE NAVARRA
Fuente www.pfizer.es
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